Venezuela ha denunciado de manera formal ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una «incursión militar no autorizada» de cinco aviones de combate de Estados Unidos, que cruzaron el espacio aéreo venezolano, volando a solo 75 kilómetros de la costa. El ministro de defensa, Vladimir Padrino, catalogó esta acción como «una provocación» y una «amenaza» directa, subrayando que tales acciones no intimidan al pueblo venezolano.
En las últimas horas, un importante reporte del Washington Examiner ha revelado que fuentes dentro del establecimiento de seguridad de EEUU están evaluando planes para una «incursión terrestre» en Venezuela, evocando recuerdos de intervenciones pasadas. Este clima de tensión se intensificó cuando un grupo naval estadounidense en el Caribe Sur reportó un ataque contra una embarcación, lo que analistas consideran parte de una política violatoria del derecho internacional marino.
Ante esta escalada, el presidente Nicolás Maduro ha convocado un «ejercicio especial organizativo» que se llevará a cabo el 4 de octubre, diseñado para reforzar la defensa del país. Según el especialista en geopolitica, Oswaldo Espinoza, este despliegue no es solo una exhibición de fuerza, sino una medida defensiva estratégica, integrando las capacidades de las Fuerzas Armadas con la Milicia Nacional Bolivariana.
El ejercicio incluirá vuelos de reconocimiento armado, patrullas marítimas, y despliegue de sistemas de defensa aérea. Espinoza enfatiza que la operativa busca establecer una red de alerta temprana para detectar cualquier movilización militar, asegurando que Venezuela esté preparada para una posible agresión.
La retórica de la administración estadounidense, especialmente bajo el liderazgo de Donald Trump, ha sido objeto de crítica, con analistas sugiriendo que refleja una fase terminal y agresiva del poder hegemónico de EEUU, que busca actuar sin tener en cuenta el derecho internacional. Espinoza concluye que estamos ante un imperio que, en su desesperación, puede arrastrar a otros al abismo.
Con la situación en constante evolución y la seguridad regional en juego, las próximas acciones de ambos países serán cruciales para la estabilidad del Caribe. Las tensiones continúan creciendo, y el mundo observa atentamente cómo se desarrollan estos acontecimientos.