El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su retórica contra Hamás al advertir que si el grupo continúa “asesinando gente en Gaza”, no tendrá “más remedio que entrar y matarlos”. Este mensaje, publicado en su plataforma Truth Social, llega en un momento crítico, ya que el delicado alto el fuego firmado en Egipto muestra signos de fractura.
Las ejecuciones internas en Gaza, el retraso en la entrega de cuerpos de rehenes y la presión internacional para que Israel reabra los pasos fronterizos a la ayuda humanitaria están exacerbando la situación. Ayer, Trump había minimizado la violencia interna, pero la indignación global forzó a la Casa Blanca a adoptar un tono más duro. “Israel volverá a las calles en cuanto él lo diga”, afirmó Trump, enfatizando que Hamás debe cumplir con su desarme, una condición crucial del acuerdo de paz.
El acuerdo, establecido a principios de octubre tras dos años de guerra, permitió la liberación de 20 rehenes y estipuló el regreso de los cuerpos de cautivos fallecidos. Sin embargo, las Brigadas de Al Qasam de Hamás alegan haber entregado “todos los cuerpos que puede alcanzar”, justificando la falta de maquinaria pesada para recuperar los restantes. A la fecha, solo se han repatriado nueve cuerpos, lo que ha llevado a la portavoz del Gobierno israelí, Shosh Bedrosian, a exigir públicamente que Hamás entregue los cuerpos restantes.
El primer ministro Benjamin Netanyahu ha prometido traer “hasta el último de ellos”, una declaración que responde a la presión de las familias afectadas y busca calmar a los aliados más escépticos de la tregua. Ante el estancamiento en la entrega, Israel ha reducido a la mitad el flujo de camiones humanitarios a Gaza y mantiene cerrado el cruce de Rafah, aumentando así la urgencia humanitaria en la región.
El jefe de acción humanitaria de la ONU, Tom Fletcher, solicitó la apertura inmediata de todos los cruces fronterizos, describiendo el bloqueo como “incompatible con el espíritu del acuerdo”. Las Naciones Unidas han recordado que el pacto incluía la entrada diaria de al menos 600 camiones con suministros. En respuesta, el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, ha anunciado que es posible que se autorice la apertura del cruce este domingo.
Mientras tanto, la Casa Blanca intenta manejar las crecientes tensiones. La portavoz presidencial reconoció que la recuperación de los cuerpos “requerirá tiempo y equipos especiales”, instando a las partes a tener paciencia. “La Administración está plenamente comprometida en ver cumplido el acuerdo. No será inmediato, pero se logrará”, afirmó, buscando evitar que la crisis diplomática se intensifique.
La situación en el terreno sigue siendo inestable. Las fuerzas de seguridad de Hamás han perdido el control en sectores clave de Gaza, lo que ha permitido que grupos armados rivales ocupen el vacío de poder, algunos acusados de robar y revender ayuda humanitaria. Este caos interno, junto con los ataques esporádicos de Israel, complica aún más la gestión del acuerdo y aumenta el riesgo de un colapso del frágil alto el fuego.
La retórica más dura de Trump también refleja la necesidad de mostrar firmeza en un contexto político complicado. A pesar de haber detenido temporalmente los combates, la presión para sostener el acuerdo está aumentando. Netanyahu, por su parte, utiliza las tensiones actuales para reforzar su desconfianza hacia Hamás, insistiendo en que el alto el fuego “no significa el fin de la lucha”. Su gobierno mantiene la presión militar y política sobre la Franja, intentando equilibrar las demandas de sectores ultraconservadores y la necesidad de mantener relaciones con Washington.