Desarrollos alarmantes en Tanzania tras las elecciones presidenciales del 29 de octubre de 2025, donde la presidenta Samia Suluhu Hassan fue proclamada ganadora con un asombroso 98% de los votos, un resultado que genera serias dudas sobre la legitimidad del proceso electoral. Principales partidos de oposición fueron excluidos, y el líder de Chadema, Tundu Lissu, se encuentra encarcelado bajo acusaciones de traición, mientras que Luhaga Mpina del partido Wazalendo fue descartado por un tecnicismo.
Las denuncias de la Unión Africana sobre irregularidades, como el rellenado de urnas y apagones de Internet, han avivado la indignación ciudadana, que se ha traducido en protestas masivas. Sin embargo, estas manifestaciones pacíficas han sido respondidas con brutalidad, dejando un rastro de violencia que ha conmocionado al país. La oposición afirma que el número de muertos supera los 150, aunque el gobierno guarda silencio sobre las cifras.
Desde la región norteña de Mwanza, se reportan escenas desgarradoras de disparos y funerales, creando un clima de miedo palpable. En un contexto donde el Estado ha imputado a 98 personas por “traición”, la definición del término parece más una estrategia de intimidación que un proceso judicial legítimo.
“La única vía para restablecer cierta paz es la empatía del Gobierno con la ciudadanía”, afirma el obispo Benson Bagonza.
La creciente represión en Tanzania pone de manifiesto un retroceso hacia el autoritarismo, poniendo en peligro la recuperación democrática que prometió Suluhu Hassan. La comunidad internacional observa con preocupación, ya que la falta de contrapesos en el poder puede llevar a una fractura social irreversible. La solución real pasa por abrir canales de diálogo genuino con la oposición y garantizar elecciones inclusivas y transparentes.
En este momento crítico, el dilema de Tanzania es claro: mantener la fachada de estabilidad o invertir en justicia y participación política. La historia enseña que ignorar la voz de los ciudadanos solo sembrará resentimiento y violencia en el futuro. Las elecciones pueden haber terminado, pero la lucha por la democracia en Tanzania apenas comienza.
