Desarrollo urgente: Nuevos informes revelan que los sindicatos CGT y CTA en Río Negro están apoyando el controvertido plan extractivista del gobierno provincial, ignorando las necesidades de los trabajadores y la crisis laboral actual. En medio de un debilitamiento del liderazgo de Javier Milei, las organizaciones sindicales parecen más interesadas en legitimar los intereses de las multinacionales que en defender los derechos laborales.
Las principales organizaciones sindicales, como la CGT, han alineado sus intereses con el plan extractivista que incluye el oleoducto VMOS y proyectos de minería, y han respaldado la reciente votación legislativa que establece que el 80% de la mano de obra en estas obras debe ser de trabajadores locales. Sin embargo, el discurso de «generación de empleo» es cuestionado por muchos, ya que las promesas de trabajo son efímeras y están acompañadas de precarización laboral.
Mientras tanto, los sindicatos de la CTA, como ATE y UnTER, permanecen inactivos, incluso ante las denuncias de recortes en el sector salud que afectan el bienestar de los trabajadores. A pesar de las luchas en sectores como educación, donde se están implementando libros que promueven la minería, los líderes sindicales no parecen dispuestos a desafiar el statu quo.
Los líderes provinciales, incluido Weretilneck y su candidato a senador Facundo López, están utilizando el proyecto VMOS como bandera de campaña, insistiendo en que «Río Negro es para los rionegrinos». Sin embargo, esto contrasta con la realidad de que están facilitando negocios inconstitucionales, permitiendo la venta de tierras a empresas extranjeras y favoreciendo a gigantes como Chelsea y Chevron.
Con el auge de la industria extractivista, la CGT y CTA se están posicionando como defensores de una «paz social» que, en lugar de beneficiar a los trabajadores, está dirigida a sostener un modelo económico que perpetúa la desigualdad. Las cifras son alarmantes: con el ingreso que las empresas obtienen en solo 13 días de exportación de petróleo, se podría pagar el salario de todos los empleados municipales de la provincia durante un año. Sin embargo, la ganancia que percibirá el gobierno provincial de cada barril de petróleo es de apenas 7 centavos de dólar.
Las multinacionales involucradas en este proyecto ya han demostrado ser responsables de derrames de petróleo en otras regiones, lo que pone en riesgo no solo la biodiversidad, sino también a las comunidades pesqueras y turísticas que dependen de la salud del ecosistema local. Las promesas de empleo están lejos de ser una solución duradera, y los trabajadores han comenzado a manifestarse en demanda de condiciones laborales justas.
En este clima de crisis, la necesidad de una alternativa se vuelve urgente. Las luchas locales por derechos laborales y salarios dignos están tomando fuerza, y existe un creciente movimiento entre los trabajadores para recuperar el control sobre sus sindicatos y construir una herramienta política que represente sus intereses. La presentación de listas opositoras en UnTER es un indicio de que los trabajadores están dispuestos a desafiar a la burocracia sindical actual.
El futuro de Río Negro está en juego, y la clase trabajadora debe unirse para enfrentar el avance del extractivismo que amenaza su bienestar y el de sus comunidades. Es imperativo que se recupere el control de los sindicatos y se construya un movimiento que reivindique un futuro sostenible y equitativo para todos.
