Desarrollo urgente: La pregunta sobre si Río Negro podría experimentar un nuevo «Rocazo» se intensifica en un contexto social, político y económico cada vez más tenso. Las nuevas generaciones buscan conectar el legado del movimiento obrero con la lucha actual, mientras que las condiciones actuales plantean un escenario propenso para un estallido social.
La historia de los «azos» como respuesta popular a los gobiernos capitalistas se revisita con urgencia. La situación en Río Negro es compleja, con un gobernador, Arabela Carreras, que enfrenta crecientes desafíos por el ajuste económico y las políticas extractivistas.
El Rocazo de 1972 fue un punto de inflexión que cuestionó el orden establecido y sorprendió a las autoridades. Hoy, la provincia no cuenta con una dictadura militar, pero el clima autoritario de la administración actual despierta temores sobre la represión social. Las luchas recientes de la clase trabajadora, incluidos paros en hospitales y movilizaciones estudiantiles, indican un potencial para la resistencia.
En la actualidad, Fiske Menuco ha perdido su rol protagónico en la economía provincial, mientras que otros centros como Viedma y Cipolletti han tomado la delantera. La dependencia de proyectos extractivistas y el avance del turismo han alterado el paisaje socioeconómico, debilitando la posición de la burguesía local.
El peronismo, que en los años 70 actuó como un contenedor de la protesta, hoy se presenta como una parte integral del ajuste, lo que plantea interrogantes sobre su capacidad para responder a las necesidades de los sectores más vulnerables. La historia sugiere que cualquier nuevo levantamiento social podría chocar con el poder de un peronismo que ha sido funcional a los intereses del capital extranjero.
Las condiciones actuales, caracterizadas por la crisis social y la deuda, podrían dar lugar a un «Rocazo» adaptado a los tiempos modernos, pero no sin desafíos. La movilización civil, la resistencia estudiantil y el descontento generalizado podrían ser la chispa que encienda una nueva etapa de lucha. Sin embargo, la falta de una herramienta política independiente de los partidos tradicionales limita el potencial de una respuesta unificada.
La urgencia de la situación llama a la creación de un frente de masas que articule las diversas luchas sociales en la provincia. La tarea crítica es construir una estrategia que permita a la clase trabajadora y a los sectores oprimidos unirse y desafiar el statu quo, poniendo en jaque a un sistema que, lejos de ofrecer soluciones, perpetúa la crisis y el sufrimiento.
