Desarrollo urgente: El grupo Patriotas por Europa ha rechazado rotundamente la propuesta de la Comisión Europea que establece un nuevo objetivo obligatorio de reducción de emisiones del 90% para 2040, comparado con los niveles de 1990. Esta iniciativa, presentada por Bruselas en julio y respaldada por el Consejo de la UE el pasado mes de octubre, forma parte del Pacto Verde Europeo que, según los críticos, está llevando a la industria europea hacia un colapso inminente.
La delegación de Patriotas ha introducido una enmienda que se votará el próximo 13 de noviembre en el Parlamento Europeo, buscando un registro público sobre la posición de cada eurodiputado ante una propuesta que podría profundizar la brecha entre las élites de Bruselas y los ciudadanos. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, defiende esta «ruinosa transición energética», afirmando que ha «llegado para quedarse».
El reglamento actual ya obliga a los Estados miembros a reducir sus emisiones en un 55% para 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050, pero el salto hacia el 90% para 2040 plantea un desafío monumental, especialmente para sectores clave como la agricultura y la industria en naciones con menos recursos económicos.
Aunque el Consejo ha introducido algunos elementos de flexibilidad, como la posibilidad de descontar hasta un 5% de emisiones mediante créditos internacionales, los Patriotas sostienen que la esencia de la propuesta sigue siendo perjudicial. La aplicación de esta agenda, según ellos, afectaría gravemente a las clases medias y trabajadoras.
La situación es más crítica ya que el aislamiento ideológico de los Patriotas se ha hecho evidente durante las negociaciones, donde ni los Socialistas, ni los Verdes, ni los liberales de Renew participaron en la búsqueda de alternativas viables. El Partido Popular Europeo (PPE) también se ha distanciado, abandonando la mesa de trabajo y alineándose con la izquierda climática.
Patriotas por Europa ha denunciado que algunos partidos han acordado una propuesta similar a la del Consejo, buscando acelerar su aprobación antes de la próxima Cumbre del Clima de la ONU (COP30), que se llevará a cabo en Brasil entre el 10 y el 21 de noviembre. Esta estrategia, según ellos, busca dar legitimidad internacional a políticas que ignoran la creciente oposición entre los pueblos europeos.
La votación del próximo 13 de noviembre será crucial, ya que los eurodiputados deben decidir entre seguir adelante con un objetivo que muchos consideran desastroso o escuchar las preocupaciones de la ciudadanía europea que podría verse gravemente afectada por estas decisiones. La presión está en aumento, y el futuro de la industria europea podría estar en juego.
