Noruega se prepara para una jornada electoral crucial hoy, donde la atención se centra en el impacto del creciente Partido Progresista, liderado por Sylvi Listhaug, que ha hecho un llamado a endurecer las políticas migratorias. Los últimos sondeos indican que el Partido Laborista, encabezado por el primer ministro Jonas Gahr Store, se enfrenta a un escenario complicado, con un 28,5% de intención de voto, mientras que el bloque opositor acumula un 43,8%.
La incertidumbre es palpable en el ambiente electoral, ya que el bloque de izquierda podría alcanzar hasta 88 escaños en el Storting, apenas tres por encima de la mayoría necesaria en el parlamento noruego, que cuenta con 169 escaños. Sin embargo, en un contexto donde ningún partido parece poder lograr una mayoría absoluta, se prevé que la formación de un gobierno de coalición sea inevitable.
El Partido Progresista ha enfocado su campaña en la crítica a la inmigración, señalando a los inmigrantes de África y Oriente Medio como parte de los problemas socioeconómicos que enfrenta Noruega. Este enfoque ha resonado con un electorado que se siente cada vez más insatisfecho con la gestión del gobierno actual y ha generado un notable aumento en la participación anticipada, que ha alcanzado un récord de 1,71 millones de papeletas antes de la jornada electoral, superando los 1,64 millones de 2021.
Los temas más relevantes para los votantes incluyen el empleo, la desigualdad, la fiscalidad y la gestión del fondo soberano de Noruega, el mayor del mundo. Además, la situación internacional, marcada por la guerra en Ucrania y el posible retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, ha influido considerablemente en el debate político.
Store ha instado a los noruegos a confiar en su liderazgo, advirtiendo que un gobierno de derecha podría transformar radicalmente al país. «Estas elecciones son históricas. Un gobierno opuesto nos llevaría a una Noruega completamente diferente», enfatizó.
La participación anticipada sugiere que la votación de hoy atraerá a un número significativo de electores, un reflejo del creciente interés por el futuro político de Noruega. A medida que se cierran las urnas, el país se enfrenta a la posibilidad de un cambio drástico en su panorama político, lo que podría redefinir su enfoque hacia la inmigración y otros temas críticos. Las proyecciones indican que el equilibrio entre izquierda y derecha jamás ha sido tan ajustado, lo que hace que cada voto cuente en esta decisiva jornada electoral.
