Desarrollos recientes confirman que más de 860 microcooperativas han sido establecidas en Navarra desde la implementación de la Ley Foral 2/2015, permitiendo que más de 2,000 personas inicien proyectos empresariales. Este fenómeno se ha vuelto una realidad palpable en la comunidad, marcando un cambio significativo en el panorama del emprendimiento colectivo.
La ley, apoyada por todas las fuerzas políticas en el Parlamento de Navarra, ha creado un marco propicio para el autoempleo colectivo. Los emprendedores ahora pueden formar microcooperativas con tan solo dos personas, facilitando el acceso y fomentando la participación democrática en el ámbito empresarial. Esta flexibilidad y rapidez son cruciales, ya que estas cooperativas pueden constituirse en menos de 48 horas.
El impacto de estas microcooperativas va más allá de lo económico. Están construyendo una Navarra más inclusiva y diversa, ofreciendo oportunidades a personas migrantes, jóvenes, mujeres y colectivos en situación de vulnerabilidad. Estos grupos han encontrado en el cooperativismo una vía de empoderamiento y dignidad, transformando su realidad y aportando soluciones innovadoras a los desafíos actuales.
Cada microcooperativa contribuye a la creación de empleo y a la construcción de comunidad. En un mundo en constante cambio, se requieren modelos económicos centrados en las personas que generen riqueza compartida y fortalezcan los lazos con el territorio. El cooperativismo en Navarra se diversifica, abarcando desde grandes cooperativas industriales hasta pequeñas iniciativas culturales y tecnológicas.
Diez años después de su creación, las microcooperativas se consolidan como herramientas esenciales para hacer del emprendimiento un derecho accesible y democrático. Este movimiento, aunque silencioso, representa una revolución significativa en el ámbito empresarial, demostrando que es posible emprender con valores y un impacto real.
La Asociación de Empresas de Economía Social de Navarra (ANEL) está en el centro de esta transformación, apoyando a los emprendedores y promoviendo un ecosistema cooperativo que fomenta la colaboración y la innovación. Con el avance de este modelo, Navarra sigue siendo un ejemplo de cómo las políticas públicas pueden facilitar el emprendimiento inclusivo y sostenible.
