Un nuevo informe de la ONU revela que los planes gubernamentales para la producción de combustibles fósiles superan en un 120% el nivel necesario para limitar el calentamiento global a 1,5°C. Esto se traduce en un aumento alarmante de la producción que pone en riesgo el futuro del planeta, advirtiendo que estas acciones nos alejan del Acuerdo de París.
Desde la Cumbre del Clima de 2015, los países se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2°C y esforzarse para limitarlo a 1,5°C. Sin embargo, el último Informe sobre la Brecha de Producción, elaborado por el Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente y otros organismos, destaca que los gobiernos planean incrementar aún más la producción de carbón y gas en las próximas décadas.
A pesar del crecimiento en la inversión en energías renovables, que ha multiplicado por diez en la última década, la brecha de producción de combustibles fósiles ha aumentado. En 2023, se reportó un 110% de brecha con respecto al escenario de 1,5°C y un 69% respecto a 2°C. Este incremento se produce en medio de desastres climáticos que afectan a diversas economías y sociedades.
El máximo responsable de Cambio Climático de la ONU, Simon Stiell, afirmó en la Sema del Clima de Nueva York que el mundo se está alineando con el Acuerdo de París, pero subrayó que la transición energética debe ser más rápida y equitativa. Stiell también mencionó la importancia de utilizar la inteligencia artificial para acelerar esta transición, sugiriendo que, aunque presenta riesgos, puede ofrecer soluciones innovadoras para mejorar la eficiencia energética.
Con la próxima Cumbre del Clima de Belém (COP30) a menos de dos meses, Stiell hizo un llamado a los países para reafirmar su compromiso con el Acuerdo de París y a trabajar en conjunto para frenar el cambio climático. “La humanidad no puede permitirse tropezar”, enfatizó, destacando la urgencia de actuar ahora para evitar un calentamiento global de hasta 5°C si no se toman medidas adecuadas.
La comunidad internacional y los líderes mundiales se encuentran en un momento crítico donde el futuro del planeta depende de decisiones inmediatas y efectivas. La presión aumenta para que los países alineen sus políticas energéticas con los objetivos climáticos globales, en un esfuerzo por evitar consecuencias devastadoras para la vida en la Tierra.