La industria del calzado en Peñaranda de Bracamonte se desvanece
Últimos informes confirman que la emblemática industria del calzado en Peñaranda de Bracamonte se ha reducido a ecos nostálgicos, dejando atrás una historia de prosperidad que se remonta al siglo XX. La localidad, que una vez fue un referente en la producción de calzado, enfrenta un futuro incierto mientras las últimas fábricas se han cerrado o han desaparecido.
En 1899, Peñaranda contaba con 78 zapateros en su padrón, el segundo oficio más destacado tras los jornaleros. Sin embargo, con el paso del tiempo, el número de trabajadores en este sector ha disminuido drásticamente. Las fábricas que una vez produjeron millones de pares de calzado han cerrado sus puertas, lo que ha dejado una marca imborrable en la comunidad.
La fábrica de Jesús Ruipeérez, fundada en 1927, llegó a producir casi 3,5 millones de pares en 1975, empleando a 300 trabajadores. Su incendio en 1975 marcó un antes y un después en la industria local. Por su parte, la fábrica de Teodoro Jiménez, activa hasta su explosión en 1939, era capaz de producir 1,800,000 pares anualmente.
La desaparición de estas fábricas ha generado una profunda tristeza en la comunidad. Según Antonio Pérez, investigador local, las cooperativas, como Oncesa, que exportaban a países como Inglaterra y Alemania, son solo un recuerdo del pasado. «La industria del calzado se ha difuminado, y hoy solo queda nostalgia», señala.
En conversaciones recientes, algunos ciudadanos han expresado un atisbo de esperanza, sugiriendo la creación de una escuela de diseño de calzado y moda para revitalizar la zona. «Podríamos aprender de otras ciudades, como Elche, que siguen produciendo calzado de calidad», comenta Javier Cuadrado, hijo de un antiguo zapatero.
Sin embargo, la posibilidad de retomar la producción de calzado parece lejana. La comunidad ha considerado incluso la idea de un museo para preservar la historia de esta industria que fue una vez el corazón de Peñaranda. Pero por ahora, la realidad es que casi no queda rastro del oficio, y el futuro de la producción de calzado en la región es incierto.
La historia del calzado en Peñaranda de Bracamonte se ha convertido en una lección sobre los ciclos de la industria y la importancia de la innovación para mantener viva la tradición. Las voces de quienes trabajaron en estas fábricas aún resuenan en la memoria colectiva, mientras la comunidad se pregunta qué puede hacerse para revivir un legado casi olvidado.
