Desarrollos recientesEuskadi ha alcanzado un impresionante 3,8%, la más baja de España, donde el promedio nacional es de 12,6%. Este dato, revelado por el servicio de estudios de Funcas, destaca un descenso significativo desde el 6,7% en 2023 y del 5% en 2024, evidenciando un progreso notable en la educación secundaria.
Ismael Sanz, director del área de Educación de Funcas, indica que aunque Euskadi lidera el ranking, España aún enfrenta un desafío mayor, con una tasa de abandono educativo que se mantiene por encima de la media europea del 9,3% y con un objetivo para 2030 que parece lejano. A pesar de las mejoras, la situación en el resto del país sigue siendo preocupante, con un abandono educativo en Murcia que alcanza el 20,6% y en Ceuta y Melilla que llega al 18,8%.
El estudio revela que la mejora en Euskadi contrasta fuertemente con el aumento de las tasas de abandono en otras comunidades. Por ejemplo, Andalucía ha reducido su tasa del 16,9% en 2023 al 14,8% en 2025, mientras que Castilla y León se acerca al 9,7% este año. Este contexto resalta la disparidad territorial en el abandono educativo, una problemática que afecta a miles de jóvenes.
El informe también subraya la fuerte correlación entre el nivel educativo de los padres y el abandono escolar. Los jóvenes cuyos padres solo tienen estudios primarios tienen una probabilidad de abandonar la escuela hasta 14 veces mayor que aquellos con padres con educación superior. La Comisión Europea ha alertado que el absentismo prolongado ha aumentado entre estudiantes desfavorecidos, lo que afecta gravemente sus perspectivas laborales.
Para abordar este desafío, Sanz enfatiza la necesidad de implementar medidas que incluyan la reducción de ratios en las aulas, tutorías personalizadas y programas de refuerzo. Estas acciones, junto con un enfoque flexible en la formación profesional y una orientación educativa alineada con el mercado laboral, son esenciales para mantener la tendencia positiva en Euskadi y reducir el abandono educativo en otras regiones.
Con estos datos en mano, la comunidad educativa y las autoridades deben actuar rápidamente para asegurar que el progreso en Euskadi no solo sea un caso aislado, sino un modelo a seguir en toda España. La urgencia de la situación no puede subestimarse, ya que el futuro de miles de jóvenes depende de estas decisiones cruciales en la educación.
