Nuevos datos revelan que la inmigración se ha convertido en uno de los temas más divisivos en España, donde 10,8% de los encuestados la señalan como una preocupación, justo detrás de la precariedad laboral que afecta a 17,8% de la población, según el barómetro del CIS de julio de 2025. En medio de una economía que se dice en crecimiento, el desempleo estructural heredado del franquismo sigue afectando a la sociedad española, un fenómeno que persiste a pesar de los años de gobiernos progresistas y conservadores.
La situación se vuelve más grave al considerar que España es el segundo país de la OCDE con la mayor tasa de desempleo, solo superado por Grecia, lo que genera un contexto de desconfianza y rechazo hacia quienes llegan al país en busca de oportunidades. 1,120,474 extranjeros establecieron su residencia en España en 2022, un aumento del 41,8% con respecto al año anterior, lo que pone de relieve la creciente necesidad de mano de obra en sectores fundamentales.
El discurso político, especialmente de partidos como Vox y el PP, parece utilizar la inmigración como chivo expiatorio para desviar la atención de problemas históricos como el clientelismo y el fraude fiscal que afectan directamente a la economía. En un país donde la economía sumergida representa 19,2% del PIB, el reto es mayúsculo, y la falta de acción efectiva solo perpetúa el ciclo de pobreza y precariedad.
Mientras tanto, el impacto humano es devastador. Muchos inmigrantes se encuentran atrapados en empleos mal remunerados y precarios, a menudo en sectores que los españoles evitan. Este escenario no solo resalta el racismo y la xenofobia en la sociedad española, sino que también plantea preguntas sobre las políticas de inmigración actuales.
La discusión se intensifica a medida que se acercan las elecciones, con mensajes polarizadores que fomentan el odio y el miedo entre la población. En este contexto, es crucial que la sociedad española reflexione sobre su pasado y presente, y que los líderes políticos ofrezcan soluciones reales en lugar de explotar temores para ganar votos.
¿Qué medidas se están tomando? La falta de políticas claras y efectivas para regular la inmigración y abordar el desempleo estructural perpetúa la injusticia social, mientras que muchos ciudadanos continúan luchando por sobrevivir en un sistema que parece diseñado para beneficiar a las élites. La comunidad internacional observa, y la presión aumenta para que España asuma la responsabilidad de sus decisiones históricas y actuales.
Urgentemente, es necesario un cambio profundo y significativo en la forma en que se aborda la inmigración y el empleo en España. La historia y la ética exigen que se reconozcan las injusticias, se aborden los problemas de raíz y se fomente una cultura de inclusión en lugar de rechazo.
