La ciudad de Elche se prepara para la celebración anual de la Festa, un evento que une a toda la comunidad en una expresión vibrante de fe y tradición. Esta festividad, que simboliza la trascendencia y la conexión entre generaciones, se vivirá con intensa emoción y fervor.
Inspirados por las palabras del escritor y filósofo Julián Marías, que destacaba la necesidad de comunicar lo recibido, los habitantes de Elche se preparan para revivir la historia que ha marcado su identidad cultural. La Virgen de la Asunción, a quien dedican esta celebración, es el eje que da sentido a sus vidas y tradiciones.
La Festa no solo es un evento religioso, sino una experiencia comunitaria que trasciende lo espiritual, reflejando la necesidad de comunicar la belleza y la verdad a través de la música y la danza. Cada año, familias enteras participan, asegurando que el legado se transmita de generación en generación.
El Misteri, una representación que narra la historia de la Virgen, se convierte en el vehículo de esta fe compartida. Durante la celebración, los Elcheños responden con un fuerte «sí» a la pregunta de Jesús sobre la resurrección, demostrando su confianza en la promesa de vida eterna.
La emoción se siente intensamente en cada rincón de la ciudad, donde los recuerdos de aquellos que han participado en la Festa se entrelazan con las experiencias de los nuevos participantes. Desde el Mestre de Capella, que ha visto a su hijo seguir sus pasos, hasta familias que cantan juntas, la conexión es palpable.
Este año, la celebración se destaca por la pervivencia de la Festa a lo largo de los años, un testimonio del deseo de la Virgen de mantenerse presente en la vida de sus hijos. La comunidad de Elche reconoce que esta tradición no solo ha perdurado por el esfuerzo humano, sino por el amor y la intercesión de la Virgen de la Asunción.
Los testimonios de los participantes son conmovedores. Historias de padres e hijos, abuelos y nietos, que se unen en la celebración, resaltan la importancia de la Festa no solo como un evento cultural, sino como un momento de renovación y esperanza. La música resuena, y la alegría se siente en el aire, un recordatorio de que la vida siempre vence a la muerte en Elche.
Este año, más que nunca, los Elcheños se preparan para dar gracias por la continuidad de esta celebración que ha marcado su historia. La Festa se convierte en un Magníficat, donde cada voz se alza en alabanza a la Virgen y a la vida.
En un contexto donde las tradiciones pueden verse amenazadas, la Festa de Elche se erige como un símbolo de resistencia y de fe, uniendo a la comunidad en un acto de celebración que trasciende el tiempo. Con cada generación que pasa, la Festa se reafirma como un legado, una herencia cultural que los Elcheños están decididos a preservar y celebrar, asegurando que la voz de la ciudad nunca se apague.
Así, Elche se prepara para vivir un nuevo capítulo de su historia, donde el pasado y el presente se entrelazan en una expresión de devoción que promete perdurar por generaciones más.
