Desarrollo urgente: El puerto fluvial de Vega Terrón, único en Castilla y León, sigue sumido en el abandono tras el hundimiento de un barco varado en el Duero, un triste símbolo del fracaso de un proyecto turístico prometedor. Recientemente, las aguas del Duero cubren un viejo barco que se hundió en julio de 2025, reflejando el estancamiento de un sueño europeo que buscaba revitalizar la economía de esta zona fronteriza.
Construido en 1995 con una inversión de 3 millones de euros, el puerto fue concebido para atraer turismo y facilitar el comercio, pero desde entonces ha enfrentado múltiples obstáculos. En 1999, la intención de compartir la navegabilidad del Duero con Portugal mediante los Acuerdos de Régua nunca se materializó, lo que dejó al puerto en una situación precaria.
La gestión del muelle fue otorgada a la empresa Vegater en 1997, pero tras años de irregularidades y deudas acumuladas que alcanzaron los 600,000 euros, el contrato fue rescindido en 2017. En 2022, un fallo judicial ordenó a la Diputación de Salamanca compensar a Vegater con 99,661 euros, debido a la forma en que se rompió el contrato.
A pesar de varios intentos por revivir el puerto a lo largo de los años, la falta de interés por parte de operadores privados y la complejidad administrativa han mantenido el proyecto congelado. La última iniciativa, anunciada en 2023, asignó la gestión del muelle a un empresario portugués por solo 300 euros al mes. Actualmente, el puerto se considera un punto de referencia para los turistas del Camino del Hierro, pero su potencial sigue sin aprovecharse.
El puerto de Vega Terrón, ubicado en el Parque Natural de Arribes del Duero y cercano a la línea ferroviaria hacia Portugal, tiene un gran valor estratégico. Sin embargo, con un puerto sin barcos y un espacio que espera ser revitalizado, el futuro del más ambicioso proyecto fluvial de Salamanca parece incierto.
Las aguas del Duero continúan fluyendo, pero el sueño de transformar este puerto en un punto clave del turismo fluvial internacional permanece a la deriva, aguardando un cambio que parece no llegar. La falta de continuidad en las políticas públicas y el escaso interés por parte de los operadores privados han dejado a esta infraestructura en un limbo, sumando frustración entre los habitantes de la región que anhelan su revitalización.
