El 20 de abril de 1980, el CD Tenerife se enfrentó al Arenas de Getxo en lo que sería su única visita al Municipal de Gobela, donde logró una victoria contundente por 1-4. Este encuentro se enmarca en una temporada complicada para el equipo tinerfeño, que luchaba por salir de la Segunda B tras el descenso sufrido en la 77/78.
Durante esa campaña, el Tenerife, bajo la dirección de Olimpio Romero, finalizó en tercera posición con un total de 49 puntos, quedándose a tan solo cinco puntos del segundo clasificado, el Atlético Madrileño, y a seis del campeón, el Barakaldo. La liga de Segunda B, en aquella época, solo permitía ascender a los dos primeros, lo que hacía que la competencia fuera aún más feroz.
Un equipo en crisis y con juventud
El Tenerife atravesaba una situación económica delicada, lo que se tradujo en una plantilla repleta de jugadores tinerfeños y en una media de edad notablemente baja, ya que ninguno de los integrantes superaba los 30 años. En el equipo ideal de esa temporada, compuesto por los once futbolistas con más minutos, el promedio de edad no alcanzaba los 23 años.
Entre los jugadores destacados estaba Durán, quien posteriormente tuvo una carrera exitosa en Primera y Segunda División, así como futbolistas como Mini y Salvador Mesa, que se consolidaron en el club. También formaron parte de la plantilla Paco Brito Arceo, hermano del célebre árbitro tinerfeño, y Román Miranda, quien se unió al Atlético de Madrid en el verano del 80.
Un camino largo hacia la recuperación
Tras la victoria en Getxo, el Tenerife enfrentó una travesía dura en el “inframundo” del fútbol español. No fue hasta el verano de 1983 que el equipo logró regresar a Segunda, gracias a la dirección de José Ramón Fuertes. A lo largo de esos años, se acumularon numerosas anécdotas que ahora se recuerdan con una sonrisa, como las comidas en los viajes, donde un representante del club debía negociar el precio del menú, ya que el presupuesto era ajustado y si no se alcanzaba, se buscaba el siguiente bar de carretera.
La historia del CD Tenerife en esa época es un reflejo de la resiliencia y el espíritu de lucha del club, que, a pesar de las adversidades, continuó avanzando hacia su objetivo de alcanzar la élite del fútbol español.
