Bolivia lanza un llamado urgente a la comunidad internacional para despenalizar la hoja de coca, en un esfuerzo por cambiar su estatus en la Convención de 1961. En una reunión reciente, el vicepresidente David Choquehuanca expuso el proceso ante la embajadora de Suiza, Maja Messmer Mokhtar, enfatizando que el actual enfoque de la Naciones Unidas es un “error histórico” que afecta a la planta ancestral.
Durante el encuentro, Choquehuanca explicó que se está llevando a cabo un “examen crítico” de la hoja de coca, el cual es impulsado por Bolivia y que podría significar un cambio significativo en la percepción internacional sobre esta planta tradicional. El secretario general de la Vicepresidencia, Juan Carlos Alurralde, destacó que en septiembre se enviarán cuestionarios epidemiológicos a los Estados miembros, un paso crucial en este proceso.
La embajadora suiza mostró interés por la propuesta y se comprometió a informar a las autoridades de su país, lo que podría aumentar el apoyo a la iniciativa boliviana. Suiza, como miembro de la Comisión de Estupefacientes de la ONU, tendrá un papel crucial en la decisión final sobre el estatus de la hoja de coca.
En 2023, Bolivia solicitó formalmente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) una revisión del estatus de la hoja de coca, que actualmente está restringida a usos médicos o científicos. Alurralde informó que el tema será discutido en la asamblea abierta de la OMS programada para octubre en Suiza, y se espera que en marzo de 2026 se realice una votación clave en la Comisión de Estupefacientes de la ONU, con sede en Viena.
Bolivia, que actualmente es el tercer productor de hoja de coca en Sudamérica con unas 30,500 hectáreas cultivadas, se encuentra en una encrucijada. Aunque la comercialización de la coca es legal para usos tradicionales como el masticado y las infusiones, una parte significativa se desvía hacia el mercado ilegal, siendo utilizada para la fabricación de cocaína. Este hecho mantiene la hoja de coca bajo el foco internacional, complicando los esfuerzos del país por obtener reconocimiento y, eventualmente, despenalización.
El futuro de la hoja de coca está en juego y Bolivia está decidida a cambiar la narrativa global que rodea esta planta esencial para su cultura y economía. La atención se centra ahora en la respuesta de la comunidad internacional y en el impacto que tendrá el examen crítico en el estatus de la hoja de coca en el futuro cercano.
