Andersen enfrentó un frío extremo en Burgos en 1862
NUEVAS REVELACIONES sobre el viaje de Hans Christian Andersen a Burgos en 1862 revelan que el célebre cuentista casi pierde la vida debido a un intenso frío. En su diario, Andersen describe cómo la nieve cubría la ciudad, convirtiendo su experiencia en un desafío mortal.
El escritor danés, famoso por sus cuentos infantiles, llegó a Burgos esperando un clima cálido, pero se encontró con un viento glacial y calles cubiertas de nieve. «La nieve caía formando pequeños montículos. Aquí veía un viñedo, allá un pino solitario; pensaba sin duda: ‘¿Estoy realmente en España, en un país cálido?'», anotó Andersen.
Su alojamiento, la Fonda La Rafaela, estaba repleta de huéspedes, pero no contaba con chimenea, lo que acentuó su sufrimiento. «Estábamos ateridos, no había chimenea; nos trajeron un brasero y tuvimos que calentarnos los pies y manos sobre las ardientes brasas», escribió. La falta de calor y la mala combustión del brasero casi lo asfixian.
Andersen y su compañero, un joven llamado Collin, experimentaron una angustia extrema. «Casi morimos atufados. Me desperté sintiendo opresión en el corazón y dolor de cabeza», relató el autor. A pesar de las condiciones adversas, logró visitar lugares emblemáticos como La Cartuja de Miraflores y la majestuosa Catedral de Burgos.
El frío no solo complicó su itinerario, sino que también dejó una impresión duradera. «La idea de quedarnos aquí no me hacía ninguna gracia», expresó Andersen tras tres días en la ciudad, donde la nieve seguía cayendo.
Al final, decidieron continuar su viaje, enfrentando el clima adverso con «prendas de invierno» y «tensos y grandes paraguas». Andersen escribió sobre su partida: «La nieve se acumulaba a ambos lados de la vía», reflejando un sentido de urgencia y necesidad de escapar del frío.
Este relato, que se conmemora en el **150 aniversario** de su muerte, no solo destaca la resiliencia de un escritor ante la adversidad, sino también su habilidad para capturar la esencia de su tiempo en su obra.
