Alfonso y sus hijos regresan hoy a Nueva Jersey tras unas emocionantes dos semanas en Ourense, un viaje que subraya su conexión con la tierra natal. Nacido en Amoeiro, Alfonso se trasladó a Estados Unidos a los seis años, pero cada dos veranos regresa para mostrar a sus hijos, ya adolescentes, las raíces familiares.
Alfonso expresó su orgullo al poder compartir esta tradición con su familia, destacando que «me da mucho orgullo y a ellos les gusta venir». Durante su estancia, la familia disfrutó de numerosas actividades, incluyendo fiestas locales, visitas a la playa y un festival en Asturias. «Dos semanas dan para poco», afirmó, pero subrayó la riqueza de experiencias vividas en tan corto tiempo.
Reflexionando sobre su infancia, Alfonso recordó que los veranos en Amoeiro eran «fantásticos», llenos de amigos y fiestas, una vida que contrastaba con el ritmo acelerado de Nueva Jersey. «Aquí la gente siempre fue más amable y la vida es mucho más tranquila», comentó, señalando que en EE.UU. el tiempo se consume en el trabajo y el tráfico.
La familia se ha mantenido fiel a la tradición de regresar cada dos años, aunque el trabajo y las actividades escolares de los adolescentes limitan su estancia. Alfonso lamenta que muchos de sus amigos de la infancia ya están casados, lo que ha hecho que las reuniones sean menos frecuentes. «Eso es parte de la vida», reflexionó.
Este regreso no solo es un viaje, sino una reafirmación de la identidad cultural y familiar de Alfonso, quien espera que sus hijos sigan disfrutando de su herencia gallega en futuras visitas. Mientras la familia se despide de Ourense, la emoción de un regreso inevitablemente se mezcla con la nostalgia de dejar atrás un lugar tan significativo.
