El Gobierno alemán emite una alerta urgente para que las mujeres eviten ciertas zonas del país, citando un aumento alarmante de la inseguridad vinculado a la inmigración masiva. La ministra de Sanidad, Nina Warken, ha declarado que en algunas ciudades alemanas, «ya no es seguro para las mujeres moverse libremente», refiriéndose a un incremento en los casos de acoso y agresiones sexuales, supuestamente cometidos por «hombres con antecedentes migratorios».
Warken, quien también preside la Unión de Mujeres de la CDU, destacó que estos comportamientos tienen un fuerte componente cultural, afirmando que «el papel de la mujer en muchos países de origen es completamente distinto». Esta declaración ha provocado tensiones políticas, en un contexto donde el partido AfD se consolida como una fuerza política relevante en Alemania.
La controversia creció después de que autoridades en Aquisgrán confirmaran que cinco sospechosos de una violación múltiple a una menor de 17 años eran de nacionalidad siria, un caso que ha reavivado el debate sobre la inmigración y la criminalidad en el país. Warken y el canciller Friedrich Merz han sido criticados por su retórica, que algunos interpretan como un intento de conectar directamente la inmigración con la inseguridad femenina.
A medida que esta situación se desarrolla, grupos de mujeres han comenzado a organizar manifestaciones, sosteniendo pancartas que dicen «Nosotras somos las hijas», en respuesta a los comentarios de Merz. Además, más de sesenta mujeres influyentes, incluyendo a Ricarda Lang y Luisa Neubauer, han firmado una carta abierta pidiendo más seguridad sin caer en «narrativas racistas».
Las estadísticas oficiales respaldan esta creciente preocupación; en 2025, Berlín registró un récord de 42,751 mujeres víctimas de violencia, un aumento del 7,5% en comparación con el año anterior. Los delitos sexuales también mostraron un incremento del 12,5%, elevándose de 4,142 a 4,661 casos. La portavoz de los Verdes en el parlamento regional, Bahar Haghanipour, calificó estas cifras como «una señal de alarma», enfatizando que la violencia contra las mujeres es un problema estructural que no debe ser atribuido exclusivamente a la inmigración.
La situación continúa evolucionando, y se espera que el debate sobre la seguridad de las mujeres y la inmigración se intensifique en los próximos días. La presión sobre el Gobierno para abordar estas preocupaciones de manera efectiva está aumentando, mientras el país se enfrenta a una polarización creciente en torno a estos temas críticos.
