En el sur de Cataluña, la comarca de Terra Alta ofrece una experiencia única donde la naturaleza y la cultura se entrelazan de manera excepcional. Este territorio, bañado por la luz mediterránea, cautiva a quienes lo visitan, revelando la belleza pura de sus paisajes y su rica historia. La famosa frase de Pablo Picasso, «Todo lo que sé, lo he aprendido en Horta», resuena en cada rincón de Horta de Sant Joan, un pueblo que marcó profundamente al artista malagueño.
Recorrer Horta de Sant Joan y sus alrededores es una invitación a descubrir un mundo donde cada elemento del paisaje cuenta una historia. La comarca se eleva como un altiplano entre las riberas de los ríos Ebre, mostrando un carácter geográfico que se traduce en una luz limpia y tajante, ideal para la contemplación. Aquí, la Vía Verde serpentea a través de túneles y el Caminos Jacobeo del Ebro susurra relatos históricos, invitando al viajero a una travesía única.
Un viaje cultural y natural
El ritmo pausado de Horta invita a disfrutar de su arquitectura, con plazas porticadas y calles empedradas que parecen contar historias a cámara lenta. El Centro Picasso ofrece una mirada profunda a la relación del pintor con Manuel Pallares, revelando cómo el entorno de la comarca influyó en su obra. A través de diversas salas, los visitantes pueden apreciar las reproducciones de sus trabajos y entender cómo la luz y la geografía de la zona transformaron su estilo artístico.
Más allá de Picasso, Terra Alta despliega un abanico de identidad cultural. El Ecomuseu dels Ports permite comprender el macizo natural que rodea la villa, mientras que el convento de Sant Salvador se erige como un símbolo de la historia local. La madera viva de Lo Parot, un olivo monumental con más de dos mil años, recuerda que en este lugar el tiempo se mide en milenios.
La Ruta de las Aguas hacia Les Olles del río Canaletes ofrece un refrescante recorrido por pozas naturales, convirtiéndose en un destino ideal durante los meses de verano. La belleza de este paisaje natural no solo deleita la vista, sino que también invita a una profunda reflexión sobre la conexión entre arte, historia y naturaleza.
Gastronomía y tradiciones locales
La Terra Alta es también un paraíso gastronómico. La región destaca por sus vinos, siendo la garnacha blanca su variedad más representativa. Aquí se cultiva un tercio de la producción mundial de esta uva, dando lugar a vinos blancos frescos y equilibrados, perfectos para acompañar la rica gastronomía local. La Ruta del Vino, que abarca localidades como Gandesa y Pinell de Brai, ofrece la oportunidad de degustar estos caldos en escenarios arquitectónicos únicos, como el Celler Cooperatiu de Gandesa, diseñado por el discípulo de Gaudí, César Martinell.
El aceite de oliva también tiene un lugar destacado en la cultura de Terra Alta. La DOP Oli Terra Alta certifica la calidad de sus aceites vírgenes extra, elaborados en su mayoría con la variedad empeltre. Estos aceites, de color claro y sabor suave, evocan notas de almendra y nuez, reflejando la esencia del paisaje. La Ruta del Aceite permite a los visitantes explorar antiguos olivares y aprender sobre métodos de cultivo tradicionales.
La oferta culinaria se completa con platos tradicionales como el conejo con arroz y el jabalí estofado, así como una variedad de repostería típica que incluye cocas y carquiñolis. Cada bocado es un homenaje a la tierra, convirtiendo la experiencia gastronómica en un festival de sabores.
Sin embargo, la Terra Alta también guarda un silencio significativo. En la cota 705 de la Sierra de Pàndols, el Monumento a la Paz recuerda a quienes perdieron la vida en la trágica Batalla del Ebro, un evento crucial de la Guerra Civil Española. El Centro de Interpretación 115 Días y los restos del Poble Vell son testigos del dolor y la historia que aún persiste en la región.
Al finalizar el día en la Fontcalda, el viajero puede contemplar cómo el paisaje se transforma bajo el cielo, reflexionando sobre las vivencias del día. La Vía Verde, las viñas y los olivares narran historias de un lugar que invita a la introspección. En definitiva, la Terra Alta no solo es un destino turístico; es una escuela para el viajero, donde la luz, el arte y la gastronomía se entrelazan en perfecta armonía.