La ciudad de Praga se transforma cada diciembre en un auténtico paraíso invernal, donde los mercadillos navideños llenan sus plazas y avenidas de vida y color. Con aromas a canela y salchichas asadas, y el sonido de los villancicos resonando en el aire, la capital checa se convierte en un destino irresistible para quienes desean disfrutar de la magia de la Navidad. Este año, la ciudad no solo ofrece su belleza habitual, sino también una serie de tradiciones que hacen de cada visita una experiencia única.
Los encantos de los mercadillos navideños
Uno de los principales atractivos es el árbol de Navidad que adorna la plaza de la Ciudad Vieja. Cada año, se elige un gran abeto de diversas regiones, que se ilumina cada día mientras suena música en vivo, incluyendo fragmentos de la sinfonía Moldava, un clásico checo. Este año, el árbol, que supera los 20 metros de altura, ha llegado del pueblo de Jiřetín pod Jedlovou. Desde el mirador instalado en la plaza, los visitantes pueden captar impresionantes vistas de este escenario festivo.
La torre del Antiguo Ayuntamiento, que alberga el famoso reloj astronómico, es otro punto clave. Cada hora, el reloj ofrece el espectáculo del Paseo de los doce Apóstoles, atrayendo a turistas que desean presenciar este icónico evento. Para aquellos que buscan una vista menos concurrida, la terraza del hotel U Prince se ha convertido en un lugar popular para obtener fotografías memorables del árbol y la plaza.
Tradiciones navideñas y sabores locales
Una de las tradiciones más destacadas es el encendido diario de los faroles de gas en el Puente de Carlos, un ritual que se remonta al siglo XIX. Desde finales de noviembre hasta el 24 de diciembre, un farolero revive esta costumbre cada tarde, creando un ambiente mágico al caer el sol. Este puente, decorado con 30 estatuas barrocas, conecta la Ciudad Vieja con la Ciudad Pequeña y el Castillo de Praga, siendo un recorrido imperdible para los visitantes.
Además de las vistas, los mercadillos ofrecen un festín de sabores. En el mercado de la plaza de la Paz, se pueden degustar dulces checos y tradicionales adornos navideños. Los visitantes deben tener en cuenta que muchos puestos solo aceptan efectivo, por lo que es recomendable cambiar algunas coronas checas para disfrutar de las delicias locales. El svarak, un vino caliente especiado, es una bebida popular que no puede faltar en esta experiencia.
En la Plaza de San Wenceslao, a pesar de no ser una plaza tradicional, se extiende un mercadillo navideño a lo largo de esta amplia avenida, donde los turistas pueden disfrutar de un ambiente animado rodeado de tiendas y restaurantes. En este espacio también se puede encontrar una pista de hielo, perfecta para quienes deseen disfrutar de actividades invernales.
Los mercadillos de Havel, el más antiguo de la ciudad, ofrecen una mezcla de tradición y artesanía, mientras que el mercado del castillo, aunque pequeño, destaca por su entorno majestuoso. En todos estos lugares, los aromas de trdelnik, salchichas y otros manjares locales invitan a los visitantes a experimentar la gastronomía checa.
La oferta de dulces es amplia, incluyendo galletas de jengibre y otros postres típicos que se pueden adquirir como souvenirs. Para los que buscan algo caliente, el hidromiel y el punch son opciones reconfortantes que se ofrecen en muchos puestos. No cabe duda de que Praga, con su encanto inigualable y su rica tradición culinaria, se convierte en un destino navideño que cautiva a todos los que la visitan.
