La historia de Castellón está marcada por una serie de crímenes que han dejado huella en la memoria colectiva. Un reciente libro del fiscal Juan Salvador Salom titulado Crímenes olvidados de Castellón desvela más de 1 750 delitos ocurridos en la provincia desde el año 1800 hasta 1936, revelando un pasado donde la violencia y las estafas eran más comunes de lo que se podría imaginar.
Entre los casos más sorprendentes se encuentra el de un hombre de Moncofa que, en el año 1888, fue víctima de una estafa cómica orquestada por dos mujeres gitanas. Estas lograron convencer al hombre de que llevara un amuleto peculiar, compuesto por cinco pliegos de papel de estraza envueltos en cintas negras, que supuestamente le ayudaría a hechizar a la mujer de sus sueños. Tras abrir su arcón, la víctima se dio cuenta de que había perdido un billete de 500 pesetas, una cantidad considerable en aquella época, y denunció el hecho a la Guardia Civil.
Crímenes de celos y envenenamientos
Otro caso impactante se remonta a 1924, cuando Mateo Beltrán Montull asesinó a su padre y a su esposa, convencido de que ambos mantenían una relación incestuosa. La brutalidad del ataque dejó una marca en la comunidad de Tírig, donde el doble crimen causó gran conmoción. Tras un largo período de fuga en las montañas, Mateo fue abatido por la Guardia Civil, siendo el suceso celebrado por los vecinos que temían por su seguridad.
El envenenamiento también ha jugado un papel oscuro en la historia de Castellón. En 1955, María intentó matar a su marido, José, utilizando un veneno que había adquirido en una droguería. Afortunadamente, él sobrevivió, lo que llevó a la condena de María a 30 años de reclusión, aunque su pena fue posteriormente reducida.
Impacto social y reflexiones contemporáneas
La obra de Salom no solo se centra en estos horrendos crímenes; también muestra cómo la delincuencia ha evolucionado con el tiempo. En el pasado, los delitos eran más impulsivos y muchas veces impulsados por el alcohol y la falta de entretenimiento. Sin embargo, situaciones como las de Joaquín Ferrándiz, un asesino en serie condenado a la pena máxima, reflejan que, a pesar de los cambios, la maldad humana persiste.
Salom planea extender su investigación hasta 1980, evidenciando la necesidad de recordar estos episodios oscuros para aprender de ellos y entender cómo la sociedad ha cambiado. La historia de Castellón, repleta de crímenes escalofriantes, es un recordatorio de que la realidad siempre supera la ficción y que, a pesar del paso del tiempo, las sombras del pasado pueden seguir acechando en la memoria colectiva.
