La arqueóloga Matilde Arnay, de la Universidad de La Laguna, ha presentado esta semana en Tenerife los resultados de una investigación sobre la vida de los guanches en las Cañadas del Parque Nacional del Teide. El equipo de investigación se centra en cómo cambiaron los comportamientos de estos antiguos pobladores canarios al ser conscientes de los riesgos volcánicos en su territorio. Arnay, en una entrevista con Europa Press, ha compartido hallazgos significativos, que incluyen el redescubrimiento de cuevas y chozas de los guanches, muy bien conservadas, lo que contrasta con el deterioro de otros asentamientos en la isla debido al crecimiento urbano.
Los resultados de esta investigación se están exponiendo en el Centro de Visitantes de Cañada Blanca, donde se presentan documentos y excavaciones que ilustran la vida cotidiana de los guanches en alta montaña. Arnay ha explicado que se han llevado a cabo campañas de excavación en varias casas y cabanas para entender su funcionamiento. Estos análisis han revelado datos “muy interesantes” sobre la construcción de las viviendas, que contaban con muros de lava y una organización espacial particular, donde el centro de las cabanas solía ser una “gran estructura de combustión”.
Canteras y tecnología guanche
En paralelo, el equipo ha investigado las ‘canteras-taller’ de molinos de mano, características de la cultura guanche. Estas canteras, donde se extraía materia prima de roca volcánica porosa, han sido localizadas en varias ubicaciones, incluyendo dos grandes canteras prácticamente intactas. Arnay ha destacado la importancia de este descubrimiento para recuperar “información fundamental” sobre la tecnología utilizada para fabricar los molinos y su posterior distribución.
Los yacimientos que contienen restos de cabanas y chozas guanches están distribuidos en el área del Teide, con concentraciones más altas en el camino de Siete Cañadas. Este camino, que atraviesa el sur de las Cañadas, proporcionaba recursos y agua, lo que facilitaba la formación de grandes asentamientos. La ocupación de estos lugares por parte de los guanches se considera generalmente “temporal”, con picos de actividad en primavera y verano, cuando se realizaban intercambios de productos y recolección de recursos. La naturaleza ligera y movible de estas cabanas sugiere una adaptación al entorno montañoso.
Alteraciones en la ocupación ante el riesgo volcánico
Arnay ha señalado que, al percibir el peligro de la actividad volcánica, los guanches podrían haber cambiado su patrón de asentamiento hacia una ocupación más permanente, posiblemente como respuesta a las circunstancias que se dieron durante la conquista de la isla. La investigación indica que la presencia de estos antiguos pobladores se extendió desde el siglo XV hasta el siglo XVII, lo que ratifica su larga permanencia en la región.
La arqueóloga también ha destacado el conocimiento que tenían los guanches sobre el territorio y sus recursos, así como el cambio en la concepción del mismo. La última erupción del Teide pudo haber influido en esta percepción. Actualmente, el equipo continúa con otros proyectos que buscan establecer la relación entre los eventos volcánicos y los comportamientos de los guanches, excavando cuevas con nuevos métodos para obtener datos más precisos.
Arnay ha subrayado la relevancia de documentar esta amplia gama de yacimientos arqueológicos, que indican una ocupación continua desde el siglo V hasta casi el siglo XVII. El objetivo es entender mejor cómo estos antiguos habitantes se adaptaron a su entorno y los cambios que experimentaron en su relación con un territorio marcado por el volcán.
