Cada 7 de septiembre, la parroquia de Santa María de Castelo, en Taboada (Ribeira Sacra de Lugo), se convierte en el escenario de un espectáculo único en Galicia: la Quema das Fachas. Este evento, declarado Fiesta de Interés Turístico de Galicia en 2008 y Bien de Interés Cultural desde 2018, da vida a una tradición que perdura desde hace más de 2.000 años, uniendo historia y cultura en una experiencia que trasciende el tiempo.
Los preparativos para la Quema das Fachas inician meses antes de la celebración. Durante los meses de verano, especialmente en julio y agosto, los vecinos suben al monte para recoger agucios, ramas de arbustos altamente combustibles. Tras un adecuado proceso de secado, se procede al montaje de las estructuras, una actividad en la que participan tanto adultos como jóvenes, asegurando la transmisión generacional de este legado cultural.
Un ritual ancestral en el castro de Castelo
La tarde del 7 de septiembre, las fachas, que pueden alcanzar hasta 10 metros de altura, son transportadas hasta el castro de Castelo, donde se clavan en el suelo formando un círculo alrededor del perímetro de este antiguo asentamiento. Al caer la noche, los vecinos y visitantes se reúnen en el castro para disfrutar de una cena comunitaria, acompañada de música y platos típicos como pulpo y carne ao caldeiro. Cercano a la medianoche, comienza el ritual. Las fachas se encienden desde su parte superior, creando un impresionante círculo de fuego que ilumina todo el entorno, convirtiendo el castro en un faro visible desde localidades cercanas.
Una de las emociones de la noche es observar cuál de las fachas resiste más tiempo encendida, considerándose la mejor aquella que se consume en último lugar. Aunque no se dispone de documentación escrita sobre el origen exacto de esta tradición, los estudiosos coinciden en que su antigüedad se remonta a la época celta y fue mantenida durante el periodo romano. Las interpretaciones sobre su finalidad son diversas, y algunos investigadores sugieren que pudo haber funcionado como un sistema de comunicación entre asentamientos, mientras que otros la vinculan a rituales mágico-religiosos relacionados con el solsticio o celebraciones de fertilidad.
Conexión con la cultura celta y la comunidad actual
La elección del castro como escenario no es casual. Estos asentamientos fortificados, característicos de la cultura castrense del noroeste peninsular, eran centros de vida comunitaria en la Edad del Hierro. Realizar la quema en uno de estos espacios históricos establece una conexión directa con los antiguos pobladores del territorio y sus prácticas culturales. Las fachas de Castelo presentan características específicas que las diferencian de otras estructuras similares. En Castelo, se utiliza el término en femenino para referirse a ellas, a diferencia de otros lugares donde se les denomina «fachos».
El proceso de elaboración de las fachas es meticuloso y requiere conocimientos transmitidos de generación en generación, así como una considerable inversión de tiempo y esfuerzo. La estructura básica consiste en un tronco delgado pero resistente que sirve de soporte vertical, alrededor del cual se enlazan los agucios en posición vertical, de modo que solo queden visibles sus extremos. El resultado ideal combina altura (hasta 8-9 metros) y grosor adecuado, lo que determinará su resistencia durante la quema. La calidad de una facha se mide por el tiempo que tarda en consumirse completamente, lo que genera una sana competencia entre los participantes que buscan perfeccionar sus técnicas de construcción.
La elección del 7 de septiembre para la celebración de la Quema das Fachas está vinculada a las fiestas patronales de Santa María de Castelo. Esta fecha, próxima al equinoccio de otoño, también podría conectar con antiguas celebraciones relacionadas con ciclos agrícolas y astronómicos, dado que el final del verano y el inicio de la transición hacia el otoño han sido momentos de celebración en muchas culturas europeas.
La Quema das Fachas sigue siendo un elemento vital del patrimonio cultural gallego, atrayendo cada año a cientos de visitantes que acuden a Castelo para presenciar este espectáculo ancestral. La declaración como Fiesta de Interés Turístico de Galicia ha contribuido a su difusión y valorización, ayudando a preservar una tradición que podría haberse perdido, como ha ocurrido con otras celebraciones similares en la geografía gallega. Actualmente, Castelo es el único lugar de Galicia donde perdura esta particular tradición de las fachas, aunque rituales similares existen en otras localidades bajo nombres como «facho», «fachuco», «fachón» o «fachico». Esta singularidad ha convertido a la parroquia taboense en un referente cultural para quienes buscan conectar con las raíces más profundas de Galicia.
