Noviembre es el mes ideal para explorar el valle del río Cárdenas, donde los bosques se visten de colores cálidos, ofreciendo un espectáculo natural que invita a la reflexión y la aventura. La cueva de San Millán, ubicada en la vertiente riojana de la sierra de la Demanda, se erige como un destino perfecto para aquellos que desean conectar con la historia y la naturaleza en su máximo esplendor.
Un sendero accesible para todos
A tan solo ocho kilómetros de San Millán de la Cogolla, se encuentra el área recreativa de Urré, donde los visitantes pueden aparcar y prepararse para una ruta que los llevará a la cueva del Santo. Este trayecto, de aproximadamente una hora de duración y un desnivel de 129 metros, es apto para personas de todas las edades y condiciones físicas. La senda comienza cruzando un pequeño puente sobre el barranco de Fragosto y se adentra en un bosque de hayas y avellanos, creando la sensación de caminar a través de un túnel natural.
A medida que se avanza, la ruta lleva a los excursionistas hasta la Curva de los Cuatro Vientos, un mirador ideal para descansar y contemplar las vistas del valle. La subida continúa zigzagueando entre pinos silvestres, hasta alcanzar la dramática casa-cueva del Santo, que se asienta sobre un risco, ofreciendo una vista impresionante sobre el paisaje circundante.
Tradiciones que perduran en el tiempo
La historia de la cueva de San Millán se remonta a hace más de mil años. En el siglo XVII, tras una epidemia que afectó a las mujeres del pueblo, los hombres subieron a la cueva para rogar por su sanación, dando origen a una romería que aún se celebra cada tercer domingo de junio. En este período, la cueva fue transformada en una ermita rupestre, con tres paredes, un tejado y un altar, manteniendo la esencia de soledad y silencio que caracteriza el lugar.
El entorno sigue siendo igual de grandioso, dominado por el pico San Lorenzo (2 271 metros), y el manto de hayas, robles y arces que se tiñe de tonos marrones, ocres y amarillos en noviembre. Para muchos senderistas, llegar a la cueva es como avanzar por una alfombra roja, rodeados de un espectáculo visual que invita a la contemplación.
Al finalizar la ruta hacia la cueva, es posible continuar el paseo por el río Cárdenas, donde se pueden encontrar dos árboles monumentales, el haya de los Carrias y el mostajo del río Cárdenas, ambos con más de 350 años de antigüedad, que son verdaderos abuelos del bosque.
Los monasterios de San Millán
Después de visitar la cueva, una parada obligatoria es el monasterio de Yuso, donde se encuentran los restos de San Millán. Este majestuoso monasterio, erigido en el siglo XI y remodelado en los siglos XVI y XVII, alberga valiosos códices y reliquias que son testigos del paso del tiempo. En él se puede admirar una copia de las Glosas emilianenses, consideradas el primer vestigio de la lengua española.
A menos de un kilómetro del monasterio de Yuso se encuentra el de Suso, un cenobio pequeño y encantador que conserva el aroma de la Alta Edad Media. Sin embargo, actualmente se encuentra cerrado por obras de consolidación y restauración, por lo que el acceso es limitado.
Los senderistas pueden optar por el camino peatonal que une ambos monasterios, con una distancia de solo 2,6 kilómetros, o disfrutar de una senda circular más larga de 7,7 kilómetros que conecta los monasterios con el pueblo de Berceo, cuna de Gonzalo de Berceo, el primer poeta en lengua castellana.
La cueva de San Millán y su entorno ofrecen una experiencia única que combina naturaleza, historia y tradición, convirtiendo cada visita en un viaje al corazón de La Rioja. Con paisajes que cambian con las estaciones y una rica herencia cultural, este rincón de España se presenta como una opción perfecta para los amantes de la naturaleza y la historia.
