La Ciudad Internacional Universitaria de París, un emblemático complejo arquitectónico situado en el sur de la capital francesa, celebra este año su primer siglo de existencia. Este espacio, que alberga a unos 12 000 estudiantes de todo el mundo, se ha convertido en un símbolo de la colaboración internacional y el intercambio cultural, ofreciendo un hogar a jóvenes de diversas nacionalidades en un entorno único.
La idea de crear esta ciudad universitaria surgió en las postrimerías de la I Guerra Mundial, impulsada por un grupo de filántropos e intelectuales que deseaban promover la paz y la educación. En 1925, el magnate alsaciano Émile Deutsch de la Meurthe donó 10 millones de francos para la construcción del primer pabellón, que se erige frente al tranquilo parque de Montsouris, en el distrito 14. Este edificio fundacional lleva su nombre y combina un diseño inspirado en los colegios ingleses del siglo XX con la modernidad de las construcciones contemporáneas.
Arquitectura que cuenta historias
A lo largo del último siglo, el complejo ha crecido hasta albergar alrededor de 40 pabellones diseñados por arquitectos de renombre como Le Corbusier, Lucio Costa y Willem Dudok. La más reciente incorporación es el pabellón de China, que se inaugurará próximamente gracias a una inversión de 30 millones de dólares por parte del Gobierno de Pekín, siendo este el primer país en financiar un proyecto de este tipo desde 1969.
El campus no solo es un lugar de residencia, sino también un espacio donde convergen diversas corrientes arquitectónicas. Desde ladrillos rojos y yeso hasta hormigón armado y metal, cada edificio cuenta una historia. Un punto destacado para los visitantes es el Pabellón Suizo, proyectado por Le Corbusier en 1930 y inaugurado en 1933. Este pabellón, descrito en un artículo de The New York Times en 1936 como uno de los más modernos de su tiempo, ofrece un recorrido por la planta baja y una de las habitaciones por tan solo 2 euros, donde se puede admirar un mural cubista firmado por el propio arquitecto.
Una mezcla de culturas
La Casa de Japón, con su estructura estrecha y su jardín sutil, refleja la tradición arquitectónica nipona, mientras que en su interior se pueden encontrar obras del pintor tokiota Tsuguharu Foujita, que aportan un toque artístico único. La Casa de Brasil, diseñada en colaboración con Lucio Costa, destaca por su estilo brutalista y se asemeja a la famosa Unidad de Habitació de Le Corbusier en Marsella, fusionando la estética modernista con la sensibilidad tropical.
A medida que los visitantes exploran el campus, descubren otras joyas arquitectónicas, como el Pabellón Neerlandés, considerado una obra maestra de Willem Dudok, que se asemeja a un transatlántico. Cada edificio, desde la Casa de México hasta la Casa de Irán, contribuye a que la Ciudad Internacional Universitaria sea un verdadero parque temático para los amantes de la arquitectura.
La celebración del centenario de este complejo es, sin duda, una oportunidad para reflexionar sobre su legado y la importancia de la educación y la cooperación internacional en un mundo cada vez más globalizado.
