En el norte de Gran Canaria, escondido entre montañas cubiertas de vegetación, se encuentra Firgas, un pequeño municipio que parece sacado de un cuento.
Conocido por su cascada urbana que baja por una de sus calles principales, este pueblo se ha convertido en uno de los destinos más mágicos para visitar en otoño.
Una cascada que cae entre flores y faroles
El corazón de Firgas lo ocupa su famosa cascada de piedra, una fuente escalonada que desciende durante más de 30 metros entre mosaicos, azulejos y luces. El sonido del agua acompaña a los visitantes mientras pasean entre flores y bancos decorados con los escudos de los 21 municipios de Gran Canaria. De noche, iluminada, parece una escena sacada de una película de Disney.

Historia, vistas y naturaleza
A solo 30 kilómetros de Las Palmas de Gran Canaria, Firgas combina historia, arquitectura tradicional y paisajes únicos. Su casco antiguo, con casas encaladas y balcones de madera, conserva el encanto de los pueblos canarios más auténticos. Muy cerca, el Mirador de Las Madres y el Parque Natural de Doramas ofrecen panorámicas espectaculares del valle y del océano.
El agua ha sido siempre su gran protagonista. Aún se conservan los antiguos molinos y acueductos que abastecían al pueblo, recordando su estrecha relación con los manantiales que lo rodean.
El mejor momento para descubrir Firgas
El otoño es la época perfecta para conocer Firgas: temperaturas suaves, colores intensos y menos turistas. Pasear por sus calles, detenerse junto a la cascada o disfrutar de su gastronomía local son experiencias que invitan a desconectar del ritmo urbano y conectar con la calma del entorno.
Firgas puede ser pequeño, pero su belleza es inmensa. Un rincón donde la naturaleza, el agua y la arquitectura se unen para ofrecer uno de los escenarios más fotogénicos de España.
