El Palacio de Castel Gandolfo, conocido como el “Vaticano Dos”, ha recuperado su función como residencia veraniega del Papa León XIV, tras haber sido un museo durante el papado de Francisco. Este impresionante edificio, situado a unos 20 kilómetros al sur de Roma, es parte de las villas pontificias que han sido refugio estival para los pontífices desde la época de Urbano VIII.
La extraterritorialidad de las villas pontificias fue reconocida en 1929 mediante los Pactos de Letrán, consolidando el estatus especial de Castel Gandolfo. Este palacio, que abarca una superficie de aproximadamente 55 hectáreas, ha tenido un papel significativo en la historia de la Iglesia Católica.
Un recorrido por la historia del palacio
La historia del Palacio de Castel Gandolfo comienza en 1596, cuando fue adquirido por la Cámara Apostólica y, posteriormente, en 1604, se incorporó como patrimonio inalienable de la Santa Sede. Su construcción fue ordenada por el Papa Urbano VIII en 1623 en el lugar de una antigua villa romana, y fue diseñado por el arquitecto Carlo Maderno con la colaboración de Domenico Castelli y Bartolomeo Breccioli. Sin embargo, Urbano VIII nunca residió en el palacio, prefiriendo la cercana Villa Barberini.
El primer pontífice que utilizó el palacio como refugio fue Alejandro VII, quien supervisó la finalización de la fachada principal y el ala occidental. A lo largo de los años, el palacio fue abandonado durante aproximadamente un siglo, hasta que en el siglo XVIII, el Papa Benedicto XIV comenzó a restaurarlo y a utilizarlo nuevamente.
Restauraciones y significados modernos
Tras sufrir daños durante la ocupación napoleónica, el Palacio de Castel Gandolfo fue restaurado por los papas Pío VII y Pío VIII. En 1929, con la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano, las villas papales fueron declaradas dominio extraterritorial, y el palacio volvió a ser residencia veraniega de los pontífices, siendo un lugar de descanso y reflexión.
Durante su historia, el palacio ha sido testigo de eventos significativos, incluyendo el fallecimiento de dos papas, Pío XII y Pablo VI. En octubre de 2016, el Papa Francisco tomó la decisión de convertir el edificio en museo, cerrando así un capítulo de su historia como residencia papal. Sin embargo, con el ascenso de León XIV, el palacio vuelve a abrir sus puertas como lugar de descanso estival.
La transformación del Palacio de Castel Gandolfo durante los siglos refleja no solo el legado arquitectónico de la Iglesia Católica, sino también su adaptación a los tiempos modernos y sus necesidades. Este emblemático lugar continúa siendo un símbolo de la historia y la cultura del Vaticano.