El Palacio de los Marqueses de Torremejía, ubicado en el corazón de Almagro, ha sido objeto de una intensa restauración que ha dado lugar a sorprendentes hallazgos, entre los que destacan varias pinturas murales. Este emblemático edificio, que data de la segunda mitad del siglo XV, ocupa una manzana completa y se extiende a lo largo de aproximadamente 2 500 metros cuadrados en dos plantas.
Durante los trabajos de restauración, realizados por el empresario mexicano Mauricio Fernández Garza, se descubrieron además un patio porticado con columnas originales del siglo XV, que había permanecido oculto tras murallas de ladrillo. También se encontraron diversas cuevas que contenían utensilios, vajillas y herramientas de la época, aportando un valor histórico incalculable al edificio.
Historia y evolución del Palacio
Aunque no se tiene constancia del promotor original del palacio, algunos investigadores apuntan a que el primer propietario fue García de Pisa, vinculado a una familia de judeoconversos. La propiedad pasó por varias manos hasta que llegó a ser de Gaspar Osorio Mexía y Zúñiga, primer marqués de Torremejía y caballero de la Orden de Santiago. La familia mantuvo el palacio hasta el siglo XX, cuando falleció sin descendencia el último marqués, Ramón de Alfázar y Medrano.
En 1936, su viuda donó la construcción a la Orden de Dominicos, que la cedió a las monjas del Santísimo Sacramento, quienes establecieron una escuela hogar femenina bajo el nombre de Nuestra Señora del Rosario. Sin embargo, en octubre de 2015, las monjas fueron trasladadas a otro convento, devolviendo el palacio a la Orden de Dominicos, que finalmente lo vendió a Fernández Garza.
Atracción turística y cultural
El Palacio de los Marqueses de Torremejía no solo destaca por su impresionante arquitectura, sino también por la rica historia que lo rodea. Su atractivo ha convertido al edificio en uno de los puntos de interés turístico más relevantes de Almagro. Los visitantes pueden disfrutar de un recorrido por sus espacios, admirando tanto su diseño como los vestigios de su pasado.
La combinación de descubrimientos arqueológicos y la restauración del palacio abre una ventana al pasado, permitiendo a los visitantes conectar con la historia de la región. Si tienes planes de viajar a Castilla-La Mancha, no te pierdas la oportunidad de visitar esta joya arquitectónica que sigue desvelando sus secretos.