La Val de Toran, un enclave casi desconocido en el extremo norte de la Vall d’Arañ, se sitúa en la vertiente norte de los Pirineos, muy cerca de la frontera con Francia. Este valle, que forma parte del término municipal de Canejan, se caracteriza por su belleza natural y su historia rica, aunque poco explorada.
Desde hace siglos, la Vall d’Arañ ha mantenido una identidad única, disfrutando de autonomía administrativa desde 1313, gracias a la famosa Era Querimònia. Este reconocimiento fue restaurado en 1990, y en 2015 se reforzaron sus poderes mediante una ley catalana. Además, el aranés, una variante del occitano, es una de las lenguas oficiales de Cataluña, junto al castellano y al catalán.
Historia y Recuperación
La Val de Toran, una de las zonas más apartadas de la Vall d’Arañ, se formó gracias al río Toran y es conocida por su entorno casi virgen. Hasta finales del siglo XIX y principios del XX, se utilizó para la extracción de minerales como zinc, plomo y hierro. Sin embargo, durante la Guerra Civil, el valle quedó en abandono, y no fue hasta los años 70 y 80 que comenzó su rehabilitación con la recuperación de algunas casas y aldeas.
Actualmente, la población es escasa. Según datos del INE 2024, el municipio de Canejan cuenta con apenas 101 habitantes, mientras que Sant Joan de Toran apenas tiene tres vecinos. Esta escasa demografía contribuye a la atmósfera de tranquilidad que caracteriza la región.
Naturaleza y Senderismo
El entorno de la Val de Toran conserva un aire salvaje y profundo, con bosques de hayas, abetos y robles que rodean un paisaje donde el silencio y la densidad vegetal evocan ambientes casi alpinos. Los visitantes pueden disfrutar de rutas circulares modestas, de aproximadamente 3 km, que conectan puntos clave como Era Honeria, Eth Pradet y Sant Joan de Toran. Algunos tramos requieren cruzar el río con precaución, especialmente en épocas de lluvias.
Los senderos permiten adentrarse en espesos bosques y descubrir vestigios de las antiguas minas de Liat, que han quedado abandonadas y ahora son un testimonio de la historia industrial local. Pasear por las callejuelas empinadas de Canejan, en torno a la iglesia de Sant Sernilh, es una parada obligada. Esta iglesia, reformada en 1818, conserva elementos románicos y una pila bautismal del siglo XVI.
Además, la zona ofrece varios miradores naturales, como Pelarica y Deth To, ideales para respirar la calma y descubrir la historia que envuelve al lugar. La cocina local, influenciada por los productos de la Ribera de Ebro, incluye platos típicos basados en carnes, pollo, rovellones y alcachofas, que se preparan en la brasa. Entre las especialidades destacan la olla con pelota, la paella de arroz y diversas tortillas.
La Val de Toran se revela como un destino perfecto para quienes buscan desconectar del turismo masivo y disfrutar de un entorno auténtico, donde la historia y la naturaleza se entrelazan en un paisaje que invita a la exploración.
