En Cataluña, es posible acceder a islas a pie gracias al Camí de Sirga, un recorrido histórico que permite revivir la memoria de los antiguos navegantes del río Ebro. Este camino, impulsado por la Oficina de Turismo de Amposta, comienza en esta localidad y ofrece una experiencia única en un entorno natural.
El nombre del Camí de Sirga proviene de antiguas rutas construidas a lo largo de ríos y canales donde humanos y animales tiraban de las “sirgues”, embarcaciones de madera que transportaban mercancías entre Riba-roja o Mequinensa hasta Tortosa y Amposta. Aunque la construcción de pantanos en la zona puso fin a esta práctica, el trazado se ha mantenido y acondicionado para caminantes y ciclistas, abarcando más de 43 kilómetros de recorrido.
Islas y naturaleza en el recorrido
La ruta, completamente señalizada y de trazado llano, es apta para todos los públicos, aunque es recomendable realizarla por tramos, ya que cuenta con siete áreas de aparcamiento a lo largo del itinerario. El recorrido comienza en la Oficina de Turismo de Amposta, avanzando por el paseo fluvial con el Ebre a la izquierda. La primera parada de interés es la isla de Sapinya, una reserva natural parcial ubicada en el Parc Natural del Delta de l’Ebre.
La isla de Sapinya, que ocupa menos de siete hectáreas, se formó a partir de depósitos de arena y limos. A pesar de su tamaño, alberga una sorprendente diversidad vegetal, con hasta 130 especies de plantas catalogadas, incluyendo fragmentos de bosque de ribera con sauces, álamos y fresnos. Este entorno húmedo favorece la aparición de prados y herbazales acuáticos, convirtiendo a Sapinya en un dormidero invernal para diversas aves acuáticas, como garzas y cormoranes.
El recorrido continúa hacia la illa de Gràcia, que se presenta como la segunda isla más grande del Ebro, con una superficie aproximada de 130 hectáreas. Esta isla forma parte del municipio de Deltebre y combina áreas de cultivo, especialmente de cítricos, con zonas de bosque de ribera. La isla cuenta con un único puente que conecta con el pequeño núcleo de Balada, un caserío que merece ser visitado por su tranquilidad y por el Baladre de Balada, una adelfa monumental plantada en 1923.
Fin de ruta en la isla de Buda
El Camí de Sirga concluye en la Gola de Migjorn, un brazo de desembocadura del Ebre donde el río se abre paso hacia el Mediterráneo, junto a la playa de Migjorn. Este entorno de gran valor ecológico conecta visualmente con la isla de Buda, la más grande de la zona, que cuenta con más de 1.200 hectáreas y un patrimonio ecológico excepcional, incluyendo arrozales y lagunas interiores.
La isla de Buda, históricamente ligada a la explotación agrícola y ganadera, permite a los visitantes disfrutar de su rica flora y fauna, siendo hogar de aves como la garza imperial y el flamenco. Sin duda, un final de ruta ideal que invita a la exploración y el descubrimiento de este entorno natural único en Cataluña.
