La decisión de RTVE de no participar en Eurovisión 2026 marca un hito en la historia del festival. Esta medida era ya anticipada por el ente público español, que había advertido que se retiraría del certamen si Israel continuaba presente tras los recientes bombardeos y la crisis humanitaria en Gaza. La confirmación oficial llega después de que la Unión Europea de Radiodifusión (UER) reafirmara su alineación con Israel durante su Asamblea General en Ginebra, lo que ha provocado un boicot sin precedentes.
Junto a España, se han retirado también Países Bajos, Irlanda y Eslovenia, lo que deja a la televisión pública española en una postura firme. “Los derechos humanos no son un concurso”, recordó el presidente de RTVE, José Pablo López, hace unos días. Con esta decisión, España rompe con 64 años de participación ininterrumpida en el festival, desde su debut en 1961, y se convierte en el primer país del Big Five que se ausenta por motivos éticos y humanitarios.
Eurovisión sin España: ¿qué pierde el festival?
La ausencia de España deja un vacío significativo en Eurovisión 2026, que contará con cuatro países menos que la edición anterior, lo que se traduce en una merma considerable en audiencias. En la última final, España registró más de 5,9 millones de espectadores y 12,4 millones de contactos únicos, siendo el tercer país con mayor seguimiento televisivo. En conjunto, los países que han abandonado representaban cerca del 17% de la audiencia total del festival.
Con la marcha de España, Eurovisión pierde a uno de los miembros del denominado Big Five (actualmente Big Four), que son los cinco países que más contribuyen económicamente al certamen, junto a Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Además, se van banderas históricas como la de Irlanda, con sus siete victorias, y la de los Países Bajos, fundadores del certamen. Todo esto se traduce en una pérdida de credibilidad, prestigio y conexión emocional con los fans, pilares sobre los que Eurovisión ha sobrevivido durante más de siete décadas.
Sin duda, la mayor pérdida para Eurovisión tras la cumbre de esta semana es la de su credibilidad. La UER ha permitido que Israel utilice el festival como un escaparate de propaganda internacional mientras continúa la crisis humanitaria en Gaza, donde desde 2023 han muerto más de 70.000 personas. Esta situación contrasta con la expulsión de Rusia por la invasión de Ucrania, evidenciando un doble rasero en las decisiones de la organización.
El espectáculo no puede estar por encima de la ética
La decisión de RTVE conlleva cambios significativos para la televisión pública española, que se queda sin su emisión más vista del año, solo superada por el Benidorm Fest y algunos grandes eventos deportivos. Sin embargo, RTVE refuerza su imagen como un referente internacional en defensa de los derechos humanos, ganando en coherencia institucional. Al retirarse del escenario de Eurovisión, España envía un mensaje claro: el espectáculo no puede estar por encima de la ética.
Esta decisión, que resuena en todas las regiones de España, desde Almería hasta el resto del país, marca un antes y un después en la historia televisiva nacional. La postura adoptada por RTVE representa un acto de dignidad y coherencia en un contexto global cada vez más complejo.
