La controversia sobre la participación de Israel en Eurovisión ha tomado un giro significativo, ya que el presidente de la Corporación de Radio Televisión Española (RTVE), José Pablo López, ha dejado claro que España no participará en el festival de 2026 si Israel sigue siendo parte del evento. Esta declaración se produce tras semanas de especulaciones sobre el futuro del festival, en medio de un contexto de tensiones políticas y acusaciones de violaciones de derechos humanos.
El presidente de RTVE afirmó que «Eurovisión es un concurso: los derechos humanos no», enfatizando la posición de la cadena pública. La cuestión de la participación israelí ha sido polémica, especialmente después de que un informe del comité de investigación ‘ad hoc’ de la ONU certificara que el gobierno de Benjamin Netanyahu ha estado llevando a cabo un genocidio contra la población de la Franja de Gaza durante 346 días.
Este tema no es nuevo. Hace tres semanas, el homólogo austríaco de López viajó a Israel para defender su participación en el festival, a pesar de las graves acusaciones de genocidio que enfrenta el país. La situación actual en el contexto del festival refleja cómo Eurovisión se ha convertido en una plataforma de poder blando para la diplomacia europea. Representa uno de los espectáculos en directo más seguidos en todo el mundo, ofreciendo un escaparate de primer nivel para los concursantes y sus países. Sin embargo, las reglas del certamen son claras: no se permiten posicionamientos políticos.
López ha denunciado que «Israel ha utilizado políticamente el concurso» y ha tratado de influir en los resultados en al menos los dos últimos años. Cita ejemplos concretos, como a los concursantes israelíes Eder Golan (‘Hurricain’) y Yuval Raphael (‘New Day Will Rise’), quienes en sus letras defendían la narrativa del gobierno israelí en torno a los ataques del 7 de octubre. Además, destaca que uno de los patrocinadores más importantes del concurso es la empresa con capital israelí, Moroccanoil.
En este contexto, López también se dirigió al director de Eurovisión, Martin Green, cuestionando su afirmación de que las televisiones y los artistas no representan a los gobiernos. «¿Está planteando el señor Green la vuelta de las televisiones de Rusia o Bielorrusia al festival? Confío en que no», comentó, sugiriendo que si esas televisiones regresaran, podrían hacer un uso similar del concurso, dado su trasfondo político.
La situación está en el punto de mira, ya que se espera una asamblea general de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) los días 4 y 5 de diciembre, donde se discutirá este asunto. España, como uno de los cinco mayores contribuyentes de la organización, tiene un papel clave en el festival, lo que le permite acceder directamente a la final.
La decisión del Consejo de Administración de RTVE de retirarse del concurso se tomó en la misma mañana en que la ONU publicó su informe. Esto alinea a España con otros países como Islandia, Eslovenia, Irlanda y Paises Bajos, que también han solicitado un boicot a la participación israelí en Eurovisión. La controversia resalta no solo las tensiones políticas en torno a Israel, sino también el papel de eventos culturales en la diplomacia contemporánea y el discurso de derechos humanos.
