domingo, noviembre 23, 2025

Descubre cómo una camarera gana más que sus padres… ¡y cómo tú podrías hacerlo también!

Una camarera revela cómo su salario supera el de sus padres, reflejando la desigualdad laboral y las realidades económicas actuales.
por 23 noviembre, 2025
Lectura de 6 min

“Siempre pensé que viviría en Carabanchel, que me compraría una casa. Toda mi vida dije que no saldría del centro comercial Islazul. Nunca me planteé dejar el barrio, pero mis planes han cambiado en los últimos meses”, dice Lorena (27) desde su apartamento en París. Es su día libre y no ha madrugado. Al menos, no tanto como el resto de días. Lleva algo más de un año y medio trabajando en el parque de Disneyland París, a más de 1.300 kilómetros de su Madrid natal. “Puede ser un empleo para toda la vida, mis jefes llevan 30 años aquí porque está mucho mejor pagado que en España. No paro de viajar y me quiero comprar una casa. Cobro más que mis padres, que tienen sus primas de antigüedad. Para mí es impactante, teniendo en cuenta que trabajo en restauración”, añade. Sin embargo, no todo es fantasía y color en la casa de Mickey Mouse: jornadas de más de 10 horas, miles de visitantes diarios e incertidumbre a la hora de determinar labores diarias: “Es duro estar de cara al público todos los días, pero quiero crecer aquí y escalar en el sector”.

El amor por Disney viene de familia. “Siempre íbamos todos juntos al cine a ver las películas, coleccionábamos los VHS y comprábamos entradas para ver el espectáculo Disney on Ice cada invierno. En 2022 hicimos el primer viaje al parque y nos enamoramos. Nuestra pasión creció aún más. Hasta a mi abuelo le brillaban los ojos y se metía de lleno en el mundo de los personajes. Se convirtió en nuestro refugio, nuestro lugar feliz”, recuerda. La ilusión no desapareció tras el aterrizaje. Durante varios años, Lorena recibió invitaciones desde Disney España para asistir a los eventos y estrenos que organizaban en la capital: “Hice un grupo de amigos online y la compañía siempre nos enseñaba el merchandising cada año antes de lanzarlo. Éramos 12 personas. Todos locos por Disney”. Tras cursar Estudios de Asia y África en la Universidad Autónoma de Madrid, Lorena trató de estudiar una oposición. Sin éxito: “La vida allí es complicada. Los alquileres son carísimos y encontrar un buen trabajo es muy difícil”.

Lorena rota entre seis de los restaurantes del complejo de Disneyland París. / CEDIDA

Todo cambió cuando uno de sus amigos, también en la agrupación, consiguió un contrato de verano en el parque. “Fue el primero”, dice. Ambos lo habían hablado en incontables ocasiones, pero ninguno se atrevía a dar el paso. “Sentí un poco de envidia cuando me contó su experiencia y me di cuenta de que podía ser una oportunidad de vivir bien haciendo lo que más me gustaba”, reconoce. Para trabajar en Disneyland existen dos procesos: entrevistas online, a través de su web, en la que se ofertan puestos concretos; o entrevistas presenciales en varios puntos de España. Y así fue. En 2022 hizo la primera entrevista: “Me ofrecieron trabajar en Navidad, pero dije que no. Quería probar sin fecha de vuelta, por si me gustaba. Así que, esperé un año y, en enero de 2024, me presenté de nuevo. Me contrataron de forma indefinida. Me mudé en abril y, desde entonces, no he vuelto. ¿Cómo, si no puedo vivir sola?”.

Jornadas de 10 horas

Lorena rota entre seis de los restaurantes del complejo. Un día es camarera, otro limpiadora, heladera, cajera, reponedora… “Cada día es una tarea distinta. Y no la sé hasta que llego a mi puesto de trabajo y veo la pizarra. Hacemos 35 horas semanales, aunque algunos días la jornada es de cuatro horas y otros de hasta 10 y media”, señala. Aunque el ambiente es bueno y las condiciones laborales están “a otro nivel”, todavía no se ha acostumbrado del todo a los horarios rotativos. “Un día empiezo a las siete de la mañana y otro a las cinco de la tarde. Lo bueno es que podemos desayunar en el parque, así que siempre voy con tiempo para comer algo antes de cambiarme. Eso sí, una vez cruzas las puertas, tienes que estar disponible para toda persona que te pregunte cualquier cosa”, asegura. Hay cerca de 20.000 empleados en temporada alta, la mayoría extranjeros. “Sólo en mi restaurante ya se concentran 20 nacionalidades, aunque los españoles nos hacemos notar”.

Los procesos de selección en el parque son distintos para bailarines y personajes: “Hacen audiciones por todo el mundo. En España las hacen en Sevilla y Madrid y constan de tres etapas. Al final son actores”. Sin embargo, conviven todos juntos en residencias que la propia empresa ofrece. “A los trabajadores temporales, Disney les proporciona alojamiento en una de sus dos residencias, que son muy asequibles. Si vienes con contrato indefinido, como yo, te mandan a una residencia ajena en la que puedes vivir hasta dos años. Así nos ahorramos la gestión de buscar piso en París, que es una odisea”, agrega. Alex (27) se ha alojado en ellas las cuatro veces que ha trabajado en Disneyland París. “Estudié la carrera de Traducción en Aranjuez, aprendí francés e hice dos másteres. Todo pensado para trabajar en Disney. Siempre lo tuve claro”, sostiene. En 2019 se presentó por primera vez a una entrevista. Era presencial, pero su nivel de francés entonces le impidió hacerse con la plaza: “Lo volví a intentar en 2023 y salió bien. Recomiendo a la gente que vaya con un puesto concreto en mente porque se ganan muchos puntos”.

Alex asegura que ha ido como visitante a Disneyland París cerca de 30 veces.

Alex asegura que ha ido como visitante a Disneyland París cerca de 30 veces. / CEDIDA

Fanático empedernido, siempre fue más de parques temáticos que de películas: “Habré ido cerca de 30 veces con mi familia, incluso tres en un mismo año. Acabé conociendo gente allí e hice una comunidad de amigos aquí en Madrid”. Su primer contrato, de dos semanas, fue en atracciones. “Aprendí mucho sobre funcionamiento y seguridad. Es divertido, pero es un no parar. No estaba en contacto con los visitantes, así que me cambié a tienda, que es más sencillo pero no paro de hablar”, expresa. En sus otros contratos, Alex ha rotado entre varios establecimientos del parque. El segundo duró tres meses, el tercero las dos semanas de Navidad y el último fueron cuatro meses, en verano: “Pasar allí Nochevieja es muy diferente. Vas de suplente de quienes están fijos allí, como Lorena, y se vuelven a casa de vacaciones. Te toca trabajar en el momento de las uvas, que no es tan mágico como vivirlo en familia, pero también mola”. Los cast members, como ellos mismos se definen, tienen entrada libre al recinto, al igual que a todos los parques Disney del mundo: “Excepto el de Tokio. También tenemos descuento en todas las tiendas y hoteles temáticos del mundo”.

«Me voy con pena»

Las épocas de mayor afluencia son Halloween y Navidad, aunque el público español parece preferir septiembre para visitarnos: “Supongo que porque coinciden las vacaciones y es más barato. Se agradece escuchar un acento conocido de vez en cuando”. Asegura que las horas pesan, especialmente cuando el tiempo no acompaña: “En París llueve todo el rato. Lo bueno es que, aún así, estamos en nuestro paraíso y nos da igual. Los compañeros que no son seguidores lo pasan peor”. No es el caso de Marco (22), quien acaba de finalizar su tercer contrato en el resort de fantasía y, aún con resaca emocional, descuelga el teléfono desde su casa en Fuenlabrada. “Es increíble cruzarte con Mickey Mouse mientras estás trabajando”, dice. La primera -y única- vez que pisó el parque como visitante tenía cuatro años. Sin embargo, durante sus estudios de Turismo en 2023, el instituto ofertó varios empleos en Disneyland. “Tener formación relacionada con la hostelería y alojamientos es un plus, aunque no sepas mucho francés. Hice una entrevista y un mes después ya estaba volando a París en Navidad para ser camarero de hotel durante dos semanas”, cuenta.

Marco ya ha cerrado dos nuevos contratos en Disneyland París para el próximo año.

Marco ya ha cerrado dos nuevos contratos en Disneyland París para el próximo año. / CEDIDA

Volvió para trabajar en verano de 2024, esta vez en un restaurante: “Me lo pasé demasiado bien y regresé una tercera vez este año como conserje. Acabo de llegar. He estado subiendo maletas, enseñando mapas, ayudando a los huéspedes…”. Su cometido es hacer que la experiencia de los clientes sea lo más cómoda posible. La primera experiencia fue incomparable, pues viajó al país vecino junto a varios compañeros de clase, también contratados: “Cada uno teníamos nuestra propia habitación con baño y cocina a media hora del parque. Son estudios individuales más grandes que muchos pisos en Madrid y el precio no supera los 500 euros”. Con la mente en el futuro, Marco ya ha cerrado dos nuevos contratos en Disneyland. Uno para estas navidades, como camarero en un restaurante: “Me voy con pena, pero más animado que la primera vez. Trato de pensar que es una noche más”. Y el otro, de marzo a noviembre de 2026 como botones por segunda vez. “A partir de entonces, no sé si me postularé a un contrato indefinido. Valoro la temporalidad porque me permite volver a casa y estar unas semanas de vacaciones con mi gente, que es lo que más echo de menos”, concluye.

Redacción

Equipo editorial especializado en actualidad ibérica, economía y política. Información rigurosa y análisis profundo de España y Portugal las 24 horas del día.

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