La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, y su utilización no siempre es ética. En la última década, han surgido numerosas plataformas que, con solo unos clics, transforman fotos privadas en imágenes explícitas sin el consentimiento de las personas afectadas. Un reciente estudio de Indicator revela la dimensión económica y tecnológica de esta industria, que continúa su expansión a pesar de la creciente presión social y política.
Un ecosistema oscuro y lucrativo
Según el análisis realizado por Indicator, más de 85 sitios dedicados a la “nudificación” mediante IA atraen una media de 18,5 millones de visitantes mensuales. Estos portales operan bajo modelos de suscripción y venta de “créditos”, lo que les permite generar unos ingresos anuales de hasta 36 millones de dólares. La mayoría de estos servicios se sostienen gracias a la infraestructura de gigantes tecnológicos como Amazon, Google y Cloudflare, que les proporcionan alojamiento y sistemas de inicio de sesión.
Alexios Mantzarlis, cofundador de Indicator, califica esta actividad como “un negocio ilícito convertido en industria artesanal”, impulsado por la inacción inicial de Silicon Valley ante el uso indebido de la IA generativa. Aunque cada vez más legislaciones están comenzando a prohibir la creación y difusión de deepfakes sexuales, la falta de respuestas rápidas por parte de las empresas tecnológicas ha permitido que este fenómeno continúe consolidándose.
Operativa y dificultades para su regulación
Los sitios que se dedican a la creación de desnudos falsos con IA utilizan imágenes robadas de redes sociales o aquellas enviadas por los propios usuarios. Estas imágenes son procesadas a través de algoritmos diseñados para generar falsos desnudos de manera rápida y masiva. Este tipo de producción es devastadora para las víctimas, que en su mayoría son mujeres y menores de edad. Expertos en ciberseguridad informan que incluso niñas han sido blanco de este tipo de acoso digital, una forma de violencia que deja una huella casi imposible de eliminar en internet.
La investigación también destaca que muchas de estas plataformas emplean sistemas de registro de Google, pasarelas de pago convencionales y redes de distribución de contenido que permiten mantener sus operaciones. Aunque algunas cuentas de desarrolladores han sido cerradas y ciertos servicios desactivados, los administradores de estos sitios logran evadir controles y retomar sus actividades bajo nuevos nombres o dominios.
Medidas y un futuro incierto
Ante la presión pública, tanto gobiernos como empresas han comenzado a tomar medidas. Estados Unidos ha aprobado leyes que exigen la eliminación rápida de imágenes no consentidas, mientras que el Reino Unido ha ilegalizado los deepfakes explícitos. Compañías como Microsoft y Meta han presentado demandas contra desarrolladores y aplicaciones involucradas en esta problemática. Sin embargo, los especialistas advierten que las acciones actuales apenas rozan la superficie del problema.
Henry Ajder, especialista en IA y deepfakes, señala que solo una acción más estricta y coordinada podrá detener una industria que, en apenas cuatro años, ha evolucionado de proyectos aislados a un mercado global que cuenta con millones de usuarios. Hasta que esto ocurra, las aplicaciones que “desnudan” mediante IA continuarán encontrando resquicios para operar, generando beneficios millonarios a costa de la privacidad y la dignidad de sus víctimas.
