La alcaldesa de Santiago de Compostela, Goretti Sanmartín, ha decidido utilizar temporalmente un Citroën Xantia del año 2000 como vehículo oficial. Esta decisión se toma a la espera de la llegada de dos nuevos coches eléctricos que ya han sido adquiridos por el consistorio.
La historia de los coches oficiales en España está marcada por una notable tradición, especialmente con la marca Citroën, que desde 1958 mantiene una fuerte vinculación con Galicia. La planta de Citroën en Vigo, que sigue operativa, es reconocida por su alta eficiencia en la producción. En el pasado, líderes políticos como Alberto Núñez Feijóo, expresidente de la Xunta, usaron modelos emblemáticos de la marca, como el DS blindado, mientras que otros, como Emilio Pérez Touriño, optaron por modelos como el C6.
Un modelo icónico en desuso
El Citroën Xantia Activa que ahora utiliza Sanmartín es un vehículo que, en su época, fue admirado por su innovadora tecnología y su motor de 195 caballos de potencia. Este modelo, que costaba alrededor de 27.000 euros cuando salió al mercado, contaba con una sofisticada suspensión hidroneumática que le permitía una conducción excepcional. Sin embargo, esta tecnología fue retirada debido a que los conductores no eran conscientes de la velocidad a la que circulaban, lo que generaba riesgos en la conducción.
La alcaldesa ha optado por este viejo coche, que cuenta con más de 200.000 kilómetros, en un gesto que podría interpretarse como una forma de austeridad y respeto por los recursos públicos. Este Xantia fue utilizado anteriormente por el alcalde José Sánchez Bugallo, lo que añade un valor histórico al vehículo.
Un futuro eléctrico
El consistorio de Santiago ha decidido adquirir dos Renault Mégane eléctricos bajo la modalidad de renting para los próximos dos años, lo que indica un compromiso con la sostenibilidad y la modernización de su flota. La alcaldesa utilizará el Xantia de manera temporal hasta que estos nuevos vehículos estén disponibles.
En un contexto en el que cada vez más instituciones públicas buscan reducir su huella de carbono, la decisión de Sanmartín refleja tanto un reconocimiento del legado de los vehículos tradicionales como una transición hacia opciones más ecológicas. Esta transición es necesaria en un momento en el que la movilidad sostenible se ha convertido en una prioridad para muchas ciudades españolas.
