El portaaviones USS Harry S. Truman ha experimentado un incidente sin precedentes, perdiendo tres aviones de combate F/A-18 Super Hornet en el fondo del mar durante un único ciclo operativo. Este hecho, ocurrido entre diciembre de 2024 y mayo de 2025, ha generado una gran preocupación en la Marina estadounidense, dado que estas pérdidas se han producido sin enfrentamientos reales y en un contexto donde la superioridad tecnológica debería haber garantizado la seguridad de las aeronaves.
Los informes más recientes, publicados a principios de diciembre de 2025, han revelado que los tres aviones, cuyo valor estimado oscila entre 60 y 75 millones de euros cada uno, representan una pérdida económica total que podría superar los 225 millones de euros si se consideran los costes adicionales asociados a su rescate y los daños colaterales. Esta situación ha puesto en entredicho la capacidad operativa y la logística detrás de uno de los buques insignia de la Armada estadounidense.
Un despliegue que debía mostrar fuerza
El despliegue del USS Harry S. Truman en el mar Rojo tenía como objetivo disuadir a Irán y contener a los hutíes, en un contexto de creciente tensión tras el estallido de la guerra entre Israel y Hamas. Sin embargo, lo que debía ser una demostración de poder militar se ha convertido en un caso de estudio sobre las limitaciones de la maquinaria bélica moderna. Las pérdidas de aeronaves han revelado un patrón preocupante que inquieta al Pentágono.
El primer incidente se produjo el 22 de diciembre de 2024 cuando un misil disparado por el crucero USS Gettysburg derribó accidentalmente un caza de la propia Armada. Este error de fuego amigo se debió a la saturación de amenazas reales en un entorno tan delicado como el mar Rojo. A pesar de que los dos aviadores lograron eyectarse y fueron rescatados, el avión quedó totalmente destruido.
Errores en la cadena de mando
El segundo accidente, que tuvo lugar el 28 de abril de 2025, fue casi surrealista. Durante una maniobra evasiva, un Super Hornet que estaba siendo remolcado se deslizó y cayó por la borda. La Marina reconoció que los fallos de mantenimiento y la fatiga operativa habían contribuido a este deslizamiento, lo que puso de manifiesto la falta de coordinación necesaria en situaciones de alta presión.
El tercer incidente, el más alarmante, ocurrió el 6 de mayo de 2025 cuando un F/A-18F aterrizó en el portaaviones y el cable de detención se rompió. Este fallo estructural, resultado de la fatiga del metal, evidenció la falta de respeto a los ciclos de mantenimiento necesarios para garantizar la seguridad de las aeronaves. Una vez más, los pilotos se eyectaron a tiempo, pero el avión se perdió en el mar.
Los tres accidentes comparten una raíz común: el desgaste tanto físico como técnico del USS Harry S. Truman, que ha operado en un entorno hostil bajo una presión estratégica constante. Las amenazas de los hutíes y la necesidad de mantener una presencia militar han creado una atmósfera propicia para errores operativos.
La serie de incidentes ha puesto a la Marina en una posición incómoda, resaltando que, incluso la mayor armada del mundo, puede enfrentar graves problemas si se fuerza a su maquinaria más allá de sus límites. Esta situación plantea la necesidad de una revisión exhaustiva de los protocolos operativos y de mantenimiento, así como de la carga de trabajo de las tripulaciones.
El USS Harry S. Truman ha demostrado que el verdadero peligro no siempre proviene del enemigo, sino de decisiones apresuradas y de un sistema que, operando sin descanso, puede fallar estrepitosamente. La lección es clara: el poder militar necesita tanto mantenimiento como sus tripulaciones requieren descanso para operar de manera efectiva y segura.
