El 2025 ha marcado un hito en la historia medioambiental al registrar el quinto menor tamaño del agujero de ozono desde que se iniciaron las mediciones en 1992. Según datos proporcionados por la Noaa y el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS), el agujero ha sido relativamente menor en comparación con los de los años anteriores, especialmente los más grandes y duraderos observados entre 2020 y 2023.
Este avance se produce 33 años después de la entrada en vigor del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional destinado a eliminar gradualmente los productos químicos que deterioran la capa de ozono. Aunque el tamaño del agujero sigue siendo de escala continental, su superficie se mantuvo entre 22 y 24 millones de kilómetros cuadrados a lo largo de los meses de septiembre y octubre, desapareciendo completamente el 1 de diciembre.
Un cambio positivo en la tendencia
Durante el periodo crítico entre el 7 de septiembre y el 13 de octubre, cuando la destrucción de la capa de ozono alcanza su punto máximo, la extensión promedio del agujero fue de unos 21 millones de kilómetros cuadrados. Este tamaño es un 30% menor que el mayor agujero jamás registrado, que ocurrió en 2000, y que tuvo una extensión de 28 millones de kilómetros cuadrados. Paul Newman, científico de la Universidad de Maryland y líder del equipo de investigación sobre ozono en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, afirma que el agujero de este año ya presenta signos de desintegración más temprana en la temporada, lo que indica una tendencia positiva.
Stephen Montzka, científico del Laboratorio de Monitoreo Global de la NOAA, explica que la capa de ozono se ha recuperado aproximadamente en un tercio desde su máximo histórico alrededor del año 2000. Se espera que, gracias a los esfuerzos internacionales y la reducción de emisiones, esta capa se recupere por completo a lo largo de este siglo.
El impacto de las políticas medioambientales
El Protocolo de Montreal ha sido clave en esta recuperación. Según Newman, «el agujero de este año habría sido más de un millón de millas cuadradas más grande si aún hubiera tanto cloro en la estratosfera como hace 25 años«. Sin embargo, las emisiones siguen siendo una preocupación, y se deben seguir implementando alternativas, como el aislamiento de edificios y la adecuada gestión de vertederos, para continuar favoreciendo la recuperación del ozono.
Las proyecciones indican que, a medida que las emisiones disminuyan, se favorecerá la recuperación del agujero de ozono sobre la Antártida para finales de la década de 2060. Laurence Rouil, directora del CAMS, destaca que este progreso es un recordatorio de lo que se puede lograr cuando la comunidad internacional trabaja unida frente a los retos ambientales.
Sin embargo, es importante seguir monitorizando otros factores que pueden influir en la salud de la atmósfera, como la temperatura, el clima y la fuerza del viento que rodea la Antártida, para garantizar que esta tendencia positiva se mantenga en el futuro.
