El año 2025 será recordado como un punto de inflexión en la evolución de los smartphones, no por innovaciones en cámaras o procesadores, sino por el esperado avance en la autonomía de las baterías. Los usuarios han demandado durante años dispositivos que puedan durar entre dos y tres días sin necesidad de recarga, algo que parece estar a punto de hacerse realidad.
Innovaciones en baterías de smartphones
Los nuevos terminales que han llegado al mercado este año están comenzando a cumplir con estas expectativas. Con la aparición de dispositivos que incluyen baterías de hasta 10.000 mAh y una estandarización de capacidades superiores a 6.000 mAh, incluso en gamas bajas, la tendencia apunta hacia un futuro donde la carga diaria será un recuerdo del pasado. Por ejemplo, el Realme GT 7 destaca por su batería Titan de 7.000 mAh, permitiendo una duración real de entre dos y tres días con un uso moderado.
Además, modelos como el Redmi 15 5G, que cuesta tan solo 150 euros, también han empezado a incorporar baterías de 7.000 mAh, lo que permite a los usuarios disfrutar de una excelente autonomía sin necesidad de invertir más de 500 euros en un dispositivo.
La gama media también ha avanzado, con los nuevos Realme 14 integrando baterías de 6.000 mAh, ofreciendo un equilibrio entre precio y rendimiento. Es probable que los modelos más vendidos en España, como los Redmi Note, implementen este tipo de celdas en sus próximas generaciones.
Desafíos y resistencia de las marcas tradicionales
Mientras tanto, los grandes fabricantes como Samsung y Apple parecen reacios a seguir esta tendencia. Ambos continúan anclados en capacidades de 5.000 mAh, lo que ha generado críticas entre los usuarios que consideran insuficiente esta autonomía en dispositivos que superan los 1.200 euros. Aunque ambas compañías defienden la eficiencia de sus chips y software, existe una clara demanda por parte de los consumidores que simplemente desean más capacidad en sus baterías.
El cambio en el mercado se debe en gran parte a la adopción de nuevas tecnologías en la composición de las baterías. El uso de silicio-carbono ha permitido una mayor densidad energética sin incrementar el tamaño o el peso de las baterías. Este material mejora la eficiencia en los ciclos de carga y descarga, permitiendo así el desarrollo de baterías más grandes sin comprometer el diseño del dispositivo.
No obstante, esta innovación presenta desafíos, como la expansión volumétrica durante la carga, que puede afectar la integridad estructural de la batería. Se están utilizando nanotubos de carbono para mitigar este problema, un factor clave para su viabilidad comercial.
Aunque aún quedan aspectos por mejorar, como el tiempo de carga en baterías de gran capacidad, el avance es innegable. La competencia en el sector está llevando a las marcas a ofrecer soluciones más eficientes y adaptadas a las necesidades de los usuarios, quienes esperan que en el 2026 la carga diaria de sus dispositivos sea cosa del pasado.
