Un nuevo estudio realizado por el Dr. David J. Speicher, la Dra. Jessica Rose y Kevin McKernan ha revelado que las vacunas de ARNm de Pfizer-BioNTech y Moderna contra la Covid-19 contienen niveles de contaminación con fragmentos de ADN plasmídico que superan con creces los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En un análisis exhaustivo de 32 viales pertenecientes a 16 lotes distintos, los investigadores hallaron cantidades alarmantes de ADN, que van desde miles hasta cientos de miles de millones de fragmentos.
Este problema no solo afecta a las formulaciones iniciales, sino que también se ha detectado en las versiones más recientes, incluidas las bivalentes y la actual XBB.1.5. Los resultados sugieren que la contaminación no ha sido corregida a lo largo del tiempo, lo que plantea serias preocupaciones sobre la seguridad de estas vacunas.
Contaminación alarmante en las dosis
Los niveles de ADN encontrados en las dosis de Pfizer oscilan entre 371 y 1 548 ng, mientras que las de Moderna alcanzan cifras incluso más altas, entre 1 130 y 6 280 ng. Esto representa entre 36 y 153 veces el máximo permitido por la FDA y la OMS, que establece que una dosis no debe superar los 10 ng de ADN residual para evitar riesgos de integración en el genoma, mutaciones o efectos cancerígenos.
Uno de los hallazgos más preocupantes fue la identificación de fragmentos relacionados con el promotor-potenciador SV40, conocido por su capacidad para favorecer la integración en el genoma y activar oncogenes. En las muestras analizadas, las cantidades de ADN de SV40 variaron entre 0,25 y 23,72 ng por dosis.
Metodología y hallazgos adicionales
El equipo de investigación utilizó diversas técnicas, incluyendo fluorometría combinada con digestión de ARNasa A, para confirmar la magnitud del problema. Todas las inyecciones superaron entre 36 y 627 veces el umbral oficial. Aunque la técnica de qPCR mostró que algunos viales de Moderna parecían estar dentro de los límites, tres viales de Pfizer sobrepasaron claramente el máximo permitido para el ADN relacionado con SV40. Los autores advierten que la qPCR tiende a subestimar la contaminación, lo que podría implicar que la carga real sea aún mayor.
Los fragmentos de ADN encontrados tienen longitudes de hasta 3,5 kilobases, lo suficientemente extensas como para portar genes completos y secuencias reguladoras. En promedio, cada dosis contenía entre 100 000 y 160 000 millones de fragmentos encapsulados. Este hallazgo se correlaciona con un número desproporcionado de informes de reacciones adversas graves en el sistema VAERS, con porcentajes de eventos severos que variaban entre el 50 y el 95% del total de notificaciones.
Los autores del estudio subrayan que este no es un hallazgo aislado. Al menos una decena de investigaciones independientes en distintos países han reportado conclusiones similares sobre la presencia de ADN residual en estas inyecciones. Según el equipo, la magnitud de la contaminación representa una infracción múltiple de las normas internacionales y la persistencia del problema en las formulaciones actualizadas indica que no se trata de un error de fabricación puntual, sino de una cuestión estructural.
Como consecuencia, los investigadores consideran que los productos deberían ser retirados del mercado de inmediato, ya que cada aplicación adicional expone a la población a posibles riesgos de mutagénesis, cáncer y daños irreversibles en el material genético.