El uso temprano de teléfonos inteligentes durante la infancia está asociado a serias secuelas en la salud mental, según un estudio del Global Mind Project que analizó a más de 100 000 jóvenes de entre 18 y 24 años en 163 países. La investigación, publicada en el Journal of Human Development and Capabilities, señala que aquellos que recibieron su primer dispositivo antes de los 13 años presentan un deterioro significativo en su salud mental en la adultez.
Consecuencias del acceso anticipado a la tecnología
El análisis revela que los jóvenes que adquirieron un teléfono inteligente a los 5 años obtuvieron una puntuación media de 1 en el Cociente de Salud Mental, en contraste con los que lo hicieron a los 13 años, que alcanzaron una media de 30. Esta caída en la puntuación refleja una disminución notable en su funcionamiento general, con síntomas más severos y capacidades positivas reducidas.
Los problemas de salud mental más graves se agrupan entre los primeros propietarios. Por ejemplo, el 48% de las mujeres que recibieron su primer teléfono a los 5 o 6 años reportaron pensamientos suicidas graves, frente al 28% de aquellas que lo hicieron a los 13 años. Entre los hombres, las tasas fueron del 31% y el 20%, respectivamente.
Impacto de las redes sociales y la salud mental
Una de las explicaciones más contundentes para este deterioro es el acceso temprano a las redes sociales. Los niños con teléfonos inteligentes antes de los 13 años son más propensos a unirse a estas plataformas antes de lo recomendado, lo que incrementa las probabilidades de sufrir ciberacoso, tensiones familiares y trastornos del sueño. El estudio indica que en los países de habla inglesa, este acceso anticipado podría explicar hasta el 70% de los efectos negativos en la salud mental.
El análisis también destacó que factores como las malas relaciones familiares y el ciberacoso amplifican el daño emocional. De hecho, el 68% del daño vinculado a relaciones familiares deficientes se remonta al uso temprano de redes sociales.
Los investigadores advierten que la exposición a entornos digitales complejos y manipuladores afecta el desarrollo emocional y cognitivo de los niños, ya que la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones y el control de impulsos, no madura completamente hasta mediados de los 20 años.
En la anglosfera central, que incluye países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia, se observó que la edad promedio para el acceso a teléfonos inteligentes es de 11 años, mientras que en otras regiones es de 14 a 16 años. Esto contribuye a mayores tasas de abuso y exposición a contenido dañino.
Los efectos parecen ser acumulativos y duraderos, afectando especialmente a aquellos que eran más jóvenes durante la pandemia de COVID-19. Las recomendaciones de los autores se centran en retrasar el acceso a teléfonos inteligentes y redes sociales para niños menores de 13 años, así como en fomentar la alfabetización digital.
Por lo tanto, es crucial que los padres y educadores tomen medidas para limitar la exposición a estas tecnologías hasta que los niños estén más preparados para enfrentarlas. Una investigación sólida respalda que retrasar la adquisición de un teléfono inteligente hasta al menos los 13 años puede reducir significativamente el riesgo de problemas de salud mental en la edad adulta.
