Un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de NYU Langone Health en Estados Unidos ha desafiado la creencia común de que los pacientes con epilepsia focal que no responden a múltiples tratamientos no tienen esperanza de mejora. Este trabajo, parte del Proyecto Internacional de Epilepsia Humana, se centra en una minoría de pacientes considerados resistentes al tratamiento, quienes continúan sufriendo convulsiones a pesar de haber probado al menos cuatro medicamentos antiepilépticos distintos.
El estudio, que monitorizó a cerca de 150 hombres y mujeres durante un máximo de tres años, reveló que casi el 70% de los participantes experimentó una reducción en la frecuencia mensual de convulsiones. Este hallazgo, publicado en la revista JAMA Neurology, marca un avance significativo en la comprensión de cómo responden estos pacientes a las terapias disponibles.
Resultados sorprendentes en pacientes resistentes al tratamiento
Según el doctor Ojas Potnis, autor principal del estudio y residente en el Departamento de Neurología de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, «nuestros hallazgos desafían la suposición de que una vez que un paciente con epilepsia focal no ha respondido a un cierto número de medicamentos anticonvulsivos, sus posibilidades de encontrar alivio son pequeñas». Aunque los medicamentos rara vez detuvieron las convulsiones por completo, los resultados mostraron que los pacientes experimentaron períodos más largos entre episodios convulsivos.
Los datos indican que casi el 13% de los voluntarios estuvieron al menos tres meses sin convulsiones, mientras que casi el 8% no las tuvo durante al menos seis meses y el 3% logró estar un año o más sin episodios. Aunque estas cifras pueden parecer bajas, Potnis subraya que son considerablemente más altas que las encontradas en estudios anteriores, que generalmente suspendieron el seguimiento tras tres meses.
La importancia del seguimiento y la personalización del tratamiento
En investigaciones previas, se descubrió que incluso aquellos pacientes que responden bien a los medicamentos suelen tener convulsiones durante al menos un año antes de que sus médicos puedan encontrar la dosis y el fármaco adecuados. El nuevo estudio, que se llevó a cabo entre 2018 y 2021, involucró a diez centros de epilepsia en Estados Unidos y recopiló información sobre los historiales médicos de los pacientes, así como sobre diversos factores demográficos.
Durante el seguimiento, los pacientes registraron la frecuencia de sus convulsiones en un diario electrónico, anotando la hora, duración y tipo de cada episodio. Los investigadores también recopilaron datos sobre los medicamentos antiepilépticos utilizados, las dosis y las razones para interrumpir el tratamiento. El análisis reveló que el 68% de los participantes experimentó una disminución en la frecuencia de las convulsiones en la segunda parte del estudio en comparación con la primera.
Más de la mitad de los voluntarios que vieron una disminución en las convulsiones habían comenzado a tomar un nuevo medicamento durante el estudio, lo que sugiere que la introducción de un nuevo fármaco puede ser clave en el manejo de la epilepsia resistente. Curiosamente, la cantidad de fármacos que habían fracasado previamente no afectó la probabilidad de que un paciente experimentara una reducción en la frecuencia de convulsiones.
La doctora Jacqueline French, neuróloga y coautora principal del estudio, destaca que estos resultados ofrecen esperanza a los pacientes con epilepsia focal, indicando que «los profesionales de la salud deben seguir buscando el mejor régimen de tratamiento para sus pacientes, sin importar cuántas terapias deban probar». Sin embargo, advierte que aún no está claro si la reducción de las convulsiones es un resultado del manejo con intervenciones médicas o del comportamiento natural de la enfermedad.
La próxima fase del Proyecto de Epilepsia Humana se centrará en explorar la epilepsia generalizada, otra forma de este trastorno que afecta a aproximadamente una cuarta parte de las personas con epilepsia. Este enfoque renovado puede ser crucial para mejorar la calidad de vida de muchos pacientes que, hasta ahora, se habían considerado como resistentes al tratamiento.