Las personas migrantes que llegan a España en cayucos suelen ser jóvenes y, en su mayoría, gozan de buena salud al desembarcar. Sin embargo, su estado de salud se deteriora con el tiempo debido a las adversas condiciones de vida que enfrentan en el país. Así lo afirma Carlos Ramírez, miembro del grupo de trabajo de migración y salud de la Sociedad Canaria de Medicina Familiar y Comunitaria, quien participó en la mesa precongresual de la XLIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología. Durante este evento, expertos discutieron los desafíos que presenta la atención sanitaria a migrantes y desmintieron mitos relacionados con su acceso al sistema de salud.
Según Ramírez, uno de los principales bulos es la creencia de que los migrantes son portadores de enfermedades o que abusan del sistema sanitario. “En los centros de salud de zonas turísticas también atendemos a otros extranjeros, como europeos que se retiran en el sur de la Península y en Canarias, muchos de los cuales son personas mayores que consumen más recursos”, puntualiza.
Las islas también reciben un número considerable de migrantes que llegan en avión, provenientes de países como Colombia, Venezuela y Cuba, muchos de los cuales han establecido allí varias generaciones. Ramírez destaca que, aunque los migrantes que llegan por mar pueden ser los más aptos, su salud puede verse afectada por el contexto de pobreza y precariedad en el que deben vivir tras su llegada.
Impacto de las condiciones de vida en la salud de los migrantes
El médico señala que el momento de mayor salud de un migrante es justo al llegar, aunque pueden haber experimentado traumas o patologías durante su trayecto. “Al desembarcar, muchos parecen estar en buen estado, pero pronto se manifiestan problemas de deshidratación, hipotermia o infecciones, lo que se conoce como el ‘síndrome de la patera’”, explica Ramírez. En colaboración con Cruz Roja y la Policía, los servicios sanitarios trabajan para proporcionar atención inmediata a estos migrantes.
Con el paso de los meses, la situación de vida de los migrantes se normaliza, pero también se agravan sus problemas de salud. Las dificultades para acceder a una vivienda digna y las condiciones laborales precarias son factores que contribuyen a la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión. Ramírez advierte que, si estas condiciones no se tratan adecuadamente, pueden derivar en complicaciones más graves como enfermedades cardíacas, hepáticas o renales.
Mejorar el acceso a la atención sanitaria
Un aspecto crucial que se discute es la accesibilidad al sistema sanitario. Ramírez destaca que, contrariamente a los discursos de odio, los migrantes utilizan el sistema de salud en menor medida que la población general, limitándose principalmente a los servicios de urgencias. “Obtener la tarjeta sanitaria es complicado y se están buscando formas de garantizar su derecho a la atención sanitaria universal”, añade.
Para mejorar esta situación, es necesario derribar barreras que van más allá del idioma. Ramírez hace un llamado a la formación de mediadores culturales, una figura que ya ha demostrado su eficacia en regiones como el País Vasco, Madrid y Andalucía. “No se trata solo de un traductor, sino de alguien que entiende la cultura del migrante, cómo expresan sus síntomas y su relación con la salud”, concluye.
En un contexto de vulnerabilidad extrema, los migrantes necesitan encontrar confianza en el sistema sanitario, lo que subraya la importancia de una atención médica que no solo sea accesible, sino también comprensiva y culturalmente sensible.
