La enfermedad cardiovascular (ECV) continúa siendo la principal causa de muerte en el mundo, con más de 17,3 millones de víctimas anuales entre 2012 y 2013, según el Dr. Javier Ignacio Toboada, especialista en Medicina Interna en el Hospital Ruber Internacional. Sin embargo, el doctor subraya que más de la mitad de estos eventos podrían prevenirse mediante la modificación de ciertos factores de riesgo.
Entre los factores más significativos se encuentran la hipertensión arterial, la dislipidemia (niveles anormales de lípidos), el tabaquismo, la diabetes mellitus y la obesidad. En un análisis del estudio INTERHEART, se determinó que nueve factores modificables, incluido el tabaquismo y la hipertensión, explican más del 90% del riesgo de un primer infarto de miocardio.
Factores de riesgo a tener en cuenta
La hipertensión es considerada uno de los «grandes enemigos silenciosos» de la salud cardiovascular. Según el Dr. Toboada, los pacientes con hipertensión basal tienen un riesgo de vida de desarrollar ECV del 63,3%, en comparación con el 46,1%% de aquellos con presión arterial normal. Los valores de presión sistólica superiores a 140 mmHg o diastólica de más de 90 mmHg son considerados elevados, y los niveles óptimos se han revisado a la baja en las últimas dos décadas.
El colesterol también juega un papel crucial en la salud cardiovascular. Los niveles elevados de colesterol total y LDL están correlacionados con un aumento en el riesgo de cardiopatía coronaria. En cambio, el colesterol HDL, conocido como «bueno», actúa como un factor protector. En el estudio INTERHEART, la dislipidemia representó el 49% del riesgo atribuible a la población de un primer infarto.
Estilo de vida y su impacto en la salud
El tabaquismo es otro factor de riesgo importante y reversible. Según el Dr. Toboada, representa el 36% del riesgo atribuible a la población de un primer infarto, con un incremento de seis veces en mujeres y tres en hombres que fuman al menos 20 cigarrillos al día. La buena noticia es que dejar de fumar reduce el riesgo de infarto recurrente en un 50%% en el primer año.
La obesidad y la inactividad física también contribuyen al riesgo cardiovascular. La obesidad, definida como un IMC superior a 30, está asociada con múltiples factores de riesgo, mientras que el ejercicio regular, incluso moderado, tiene un efecto protector. La falta de actividad física representa el 12% del riesgo atribuible a un primer infarto.
Otros factores como el estado emocional y los hábitos de sueño también son relevantes. La depresión y el estrés se han correlacionado con resultados cardiovasculares negativos, y una apnea del sueño puede aumentar el riesgo de infarto en hombres.
Para quienes se pregunten si están en riesgo, el Dr. Toboada recomienda una revisión que incluya la medición de la presión arterial, análisis de lípidos y glucosa, así como la evaluación del peso corporal. Adaptar la alimentación hacia un mayor consumo de frutas y verduras, limitar las carnes rojas y evitar grasas trans es fundamental.
El especialista concluye que la aptitud cardiovascular, medida por la capacidad máxima de ejercicio, es un predictor más fuerte de mortalidad que otros factores de riesgo establecidos, lo que resalta la importancia de un estilo de vida saludable para prevenir enfermedades cardiovasculares.
