Recientemente, el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid fue el escenario de un simposio que reunió a más de 300 expertos en salud mental, neurociencia y terapias asistidas con psicódelicos. El evento, celebrado a principios de octubre, destacó el potencial de estas sustancias como alternativas en el tratamiento de diversos trastornos mentales, especialmente en contextos de depresión. Entre los ponentes se encontraba Christopher Timmermann, investigador de la Universidad de Londres y presidente de la Fundación ECOH.
Timerman, que se especializa en neurociencia y psiquiatría, subrayó que los psicódelicos no provocan los trastornos en la libido o en el sueño que a menudo asocian a los fármacos convencionales. En una conversación con La Voz de la Salud, el investigador explicó que estas sustancias, presentes en diversas plantas, actúan sobre un receptor cerebral específico, el de serotonina, generando experiencias intensas que pueden ser beneficiosas para la salud mental.
Los psicódelicos y su impacto en la salud mental
El investigador destacó que existe un cambio en la percepción pública sobre los psicódelicos, aunque aún no sea ampliamente reconocido. Según Timmermann, el uso de LSD se ha triplicado en los últimos diez años en Estados Unidos, y es razonable suponer que un fenómeno similar se ha dado en Europa y Latinoamérica. “La evidencia epidemiológica muestra que la gente está cada vez más abierta a estas experiencias, aunque también hay quienes se automedican, lo que conlleva riesgos”, advirtió.
Las investigaciones han revelado el gran potencial de los psicódelicos para el tratamiento de la depresión, la ansiedad y el trastorno por estrés postraumático. Timmermann explicó que estas sustancias actúan sobre mecanismos cerebrales centrales que permiten una mejor comprensión de las experiencias emocionales. Sin embargo, enfatizó que su uso debe ser acompañado por un profesional capacitado para garantizar la seguridad y efectividad del tratamiento.
Desafíos y beneficios de la terapia psicódelica
Un aspecto crucial del uso de psicódelicos en terapia es que requieren un manejo experto, ya que la experiencia puede incluir tanto momentos de alegría como momentos emocionalmente desafiantes. Timmermann subrayó que, a diferencia de los antidepresivos convencionales que reducen la reactividad emocional, los psicódelicos sensibilizan al cerebro y lo hacen más receptivo a las perturbaciones del entorno. Esto significa que el acompañamiento terapéutico es indispensable para ayudar al paciente a integrar su experiencia.
En cuanto a la seguridad, el investigador mencionó que el concepto de «mal viaje» se ha vuelto menos relevante en el contexto terapéutico. “La experiencia psicódelica es dinámica y puede incluir momentos difíciles que son esenciales para el proceso de sanación”, afirmó. Sin embargo, también reconoció que para algunos pacientes, especialmente aquellos con antecedentes de trastornos psicóticos, el riesgo de retraumatización puede ser considerable.
Los resultados clínicos han sido prometedores, especialmente en el tratamiento de la depresión. Timmermann destacó que se han observado reducciones significativas en los síntomas depresivos en algunos pacientes durante periodos de entre seis y doce semanas. A pesar de que los psicódelicos no son aún considerados tratamientos de primera línea, su potencial para ofrecer alternativas a los tratamientos convencionales es innegable.
El investigador concluyó que la ciencia debe guiar el uso responsable de los psicódelicos, asegurando que se realicen investigaciones adecuadas para aprovechar sus beneficios y minimizar los riesgos. Con un enfoque centrado en la evidencia, se abre una nueva vía de esperanza en el tratamiento de la salud mental.
