Investigadores de la Universidad de Aarhus en Dinamarca han revelado que las personas que experimentan un duelo persistente con altos niveles de dolor intenso duplican su probabilidad de fallecer en un plazo de diez años. Este hallazgo, publicado en la revista Frontiers in Public Health, pone de manifiesto la gravedad del duelo y sus consecuencias a largo plazo para la salud física y mental.
El duelo tras la pérdida de un ser querido es una reacción natural, pero en un pequeño porcentaje de las personas, esta experiencia se convierte en una carga tan abrumadora que puede llevar a enfermedades graves. Según la doctora Mette Kjargaard Nielsen, investigadora postdoctoral en la Unidad de Investigación de Medicina General, “este es el primer estudio que investiga el uso a largo plazo de la atención médica y los patrones de mortalidad durante una década después del duelo en una cohorte a gran escala”.
El estudio se llevó a cabo a partir de 2012 y abarcó a 1 735 hombres y mujeres en duelo, con una media de edad de 62 años al momento de la inscripción. La mayoría de los participantes había perdido recientemente a su pareja, mientras que otros habían sufrido la pérdida de un progenitor o un familiar cercano. Gracias a un registro nacional de prescripciones, los investigadores pudieron identificar a aquellos que habían recibido tratamientos para enfermedades terminales e invitarles a participar en el estudio. Todo el protocolo fue aprobado por el Comité de Ética de la Investigación Sanitaria de la Región de Dinamarca Central.
Trayectorias del duelo y su impacto en la salud
Los investigadores identificaron cinco trayectorias comunes de duelo en esta cohorte, basándose en los cambios en la intensidad de los síntomas durante los tres primeros años tras la pérdida. A través del cuestionario Duelo Prolongado-13 (PG-13), se constató que el 38% de los participantes mostraron niveles persistentemente bajos de síntomas, mientras que un 6% siguió una trayectoria de síntomas persistentemente elevados.
El seguimiento se amplió hasta 2022, a excepción de aquellos que fallecieron o emigraron antes. Utilizando datos del Registro del Servicio Nacional de Salud de Dinamarca, los investigadores evaluaron la frecuencia con la que los participantes recibieron terapia de conversación o prescripciones de medicamentos psicotrópicos. Los resultados fueron alarmantes: aquellos en la trayectoria «alta» tenían un 88% más de riesgo de muerte en comparación con los de la trayectoria «baja». Además, mostraron que esta cohorte tenía un 186% más de probabilidades de recibir terapia de conversación y un 463% más de probabilidades de que se les recetaran antidepresivos.
A pesar de que las diferencias en el uso de servicios de salud comenzaron a igualarse después de los ocho años, la mortalidad en la trayectoria «alta» se mantuvo elevada durante el seguimiento completo.
Perspectivas para la intervención temprana
En cuanto a las causas subyacentes del aumento de la mortalidad, la doctora Nielsen destaca que aún no se conocen completamente. “Hemos encontrado una relación entre los altos niveles de síntomas de duelo y mayores tasas de enfermedades cardiovasculares, problemas de salud mental e incluso suicidio. Sin embargo, la asociación con la mortalidad necesita más investigación”, afirma.
Los autores del estudio sugieren que aquellos en riesgo de desarrollar una trayectoria de duelo «alto» podrían ser identificables para una intervención temprana. De hecho, los datos indican que este grupo presentaba un nivel educativo más bajo y un uso más frecuente de medicamentos antes de la pérdida, lo que sugiere una vulnerabilidad mental que puede intensificar la angustia durante el duelo.
Por lo tanto, es crucial que los médicos de atención primaria busquen signos de depresión y otros trastornos mentales en estos pacientes, ofreciendo seguimiento personalizado o derivaciones a psicólogos. Además, se podría sugerir una consulta centrada en la salud mental para abordar el duelo de manera más efectiva.
