Una investigación reciente ha revelado que la sensibilidad materna puede predecir el apego infantil, desafiando las creencias tradicionales sobre la crianza. Este estudio, realizado con una población no occidental, ha examinado la relación a largo plazo entre la sensibilidad de las madres y el apego de los niños a lo largo de un periodo de nueve años, encontrando que una mayor sensibilidad se asocia positivamente con un apego seguro.
Los resultados sugieren que la capacidad de una madre para sintonizar y responder a las necesidades de su hijo durante la infancia y la niñez temprana tiene efectos positivos duraderos, moldeando así su desarrollo físico y emocional. Cabe destacar que no se observaron diferencias significativas en función del género de los niños. Esto implica que tanto niños como niñas se benefician igualmente de un entorno materno sensible.
¿Qué implica el cuidado sensible?
El concepto de ‘cuidado sensible’ se define como la habilidad de una madre para percibir, interpretar y responder de manera adecuada y constante a las señales de necesidad o interés de su hijo, tanto físicas como emocionales. En la práctica perinatal, esto no significa que la madre deba responder de forma perfecta en todo momento, sino que es crucial cultivar una “sintonía suficiente”. Esto se refiere a mantener una disponibilidad cálida y constante, donde el adulto permanece emocionalmente presente, reconoce los momentos de desajuste y es capaz de reparar cualquier fallo en la relación.
El acompañamiento del bebé a través de la observación atenta, la empatía, la ternura y la capacidad de respuesta flexible establece las bases para un desarrollo emocional y relacional saludable. Aunque es evidente que la madre no es la única responsable del apego y desarrollo emocional de sus hijos, este estudio se centra exclusivamente en la figura materna.
El papel de la madre en los primeros años
Investigaciones anteriores han destacado que la madre gestante es la figura más relevante durante los primeros dos años de vida del niño, coincidiendo con el proceso biológico de la exterogestación. A medida que el niño crece, las figuras paternas, abuelos, familiares y amigos también comienzan a influir en su desarrollo emocional y social, pero el papel inicial de la madre se mantiene crucial durante esos primeros años formativos.
Este estudio refuerza la importancia de la crianza sensible y proporciona evidencia empírica de sus beneficios en el desarrollo emocional de los niños, lo que puede tener implicaciones significativas en la forma en que se aborda la crianza y el apoyo a las madres en su papel fundamental en la vida de sus hijos.
