Hulk Hogan, uno de los íconos más reconocidos del wrestling, falleció el 24 de julio de 2025, a causa de un paro cardíaco, poniendo fin a una vida dedicada a un régimen de entrenamiento extremo y sacrificios físicos constantes. La exigente rutina que siguió durante años no solo lo convirtió en una leyenda dentro del ring, sino que también lo llevó a una serie de complicaciones de salud que finalmente resultaron fatales.
Un entrenamiento sobrehumano
La jornada diaria de Hogan comenzaba antes del amanecer. En ayunas, realizaba 500 abdominales y 250 flexiones, una manera de activar su cuerpo para lo que vendría después. Su desayuno consistía en 10 claras de huevo, dos filetes de ternera, yogur con arándanos, café negro y un litro de agua con limón. En su dieta, alimentos como pan y azúcar estaban completamente prohibidos, siendo este solo el inicio de seis comidas diarias enfocadas en proteínas magras, como pollo y sashimi de atún.
Este régimen se complementaba con sesiones de entrenamiento que se centraban en diferentes grupos musculares, manteniendo una rutina que no conocía pausas. A pesar de las lesiones y los dolores crónicos que acumuló a lo largo de su carrera, Hogan nunca interrumpió su actividad. Dormía apenas cinco horas y dedicaba el resto del tiempo a entrenar y trabajar, lo que le llevó a sufrir múltiples cirugías en su cuerpo, incluyendo reemplazos en caderas, rodillas y hombros.
El precio del sacrificio
En 2024, durante una aparición en el podcast Impaulsive, Hogan reveló que había sufrido serias lesiones, incluyendo tornillos en la columna vertebral. A pesar del desgaste físico, continuó entrenando incluso tras haber sido operado. En mayo de 2025, se sometió a una intervención quirúrgica en el cuello, mientras utilizaba un bastón para caminar, aunque nunca lo mostraba en público, manteniendo siempre su imagen de héroe.
Su vida no solo fue un ejemplo de constancia, sino también una advertencia sobre los peligros de llevar el cuerpo al límite. Según MedlinePlus, no permitir que el organismo descanse adecuadamente puede llevar a graves consecuencias físicas. La historia de Hogan es un recordatorio de que, aunque la disciplina y el esfuerzo son esenciales, el cuerpo humano necesita tiempo para recuperarse y sanar.
Así, el legado de Hulk Hogan trasciende el wrestling. Su sacrificio personal y la búsqueda incesante de la perfección física no solo forjaron su carrera, sino que también dejaron una lección sobre la importancia de cuidar la salud en el camino hacia el éxito.
