La ropa que utilizamos diariamente puede estar contaminada con sustancias químicas perjudiciales para la salud, aunque no sea la principal fuente de exposición a tóxicos en nuestro entorno. Expertos advierten sobre la presencia de compuestos como ftalatos, PFAS y metales pesados en determinadas prendas, los cuales pueden alterar nuestro sistema endocrino y dar lugar a patologías graves con el tiempo.
Según la investigadora del IS Global, Nuria Güil, los PFAS son una familia de más de 10 000 compuestos que se caracterizan por su resistencia al agua y se utilizan en una amplia variedad de materiales, incluidos abrigos y ropa deportiva. Estos compuestos tienden a acumularse en el organismo, especialmente en el hígado, riñones y tiroides, y pueden permanecer en el cuerpo hasta 20 años.
Impacto en la salud
Los PFAS han sido relacionados con diversas patologías, incluyendo hipertiroidismo y hipotiroidismo, al interferir en la regulación hormonal. Además, durante el embarazo, estos compuestos pueden cruzar la placenta y afectar al feto, lo que se ha asociado con bajo peso al nacer en recién nacidos. Güil señala que hay estudios que vinculan estos químicos con una respuesta inmunitaria deficiente, lo que puede comprometer la eficacia de las vacunas y aumentar el riesgo de enfermedades como el hígado graso y la hipertensión.
A pesar de que la ropa no es la fuente más grave de exposición a tóxicos, la investigadora aclara que los niños son el grupo más vulnerable a estas sustancias. Argelia Castaño, profesora de Investigación Ad Honorem del Instituto de Salud Carlos III, respalda esta afirmación, citando un estudio de la Universidad de Granada que encontró residuos de bisfenol-A y parabenos en calcetines de bebé, con concentraciones alarmantes en prendas de bajo coste.
Estudios preocupantes
El informe reveló que los calcetines contenían hasta 3 736 nanogramos de bisfenol-A por gramo, una cifra 25 veces superior a la encontrada en otras prendas. La presencia de parabenos fue generalizada, aunque en menores concentraciones. Estos productos químicos pueden alterar la actividad hormonal, provocando enfermedades tanto en la infancia como en la edad adulta, desde problemas de atención e hiperactividad hasta diabetes y cáncer.
Greenpeace también ha publicado un informe que analiza la contaminación en ropa vendida por un gigante asiático de comercio electrónico, revelando que siete chaquetas contenían PFAS en concentraciones hasta 3 300 veces superiores a los límites permitidos. La profesora Castaño advierte sobre la mezcla de sustancias en productos que, individualmente, pueden ser seguros, pero que en combinación pueden resultar tóxicos.
Para mitigar estos riesgos, Güil recomienda lavar la ropa nueva antes de usarla, ya que este simple gesto puede reducir significativamente la exposición a contaminantes. También aconseja optar por materiales naturales, como el algodón orgánico o lana, que tienen menos probabilidades de contener tratamientos tóxicos.
Las investigadores coinciden en que, aunque existen regulaciones más estrictas en la Unión Europea, la llegada de mercancías desde mercados menos regulados plantea un desafío. Es crucial mejorar el etiquetado y fomentar alternativas sin químicos peligrosos para proteger la salud de los consumidores.
