Una reciente investigación en el Reino Unido ha revelado que la gestión de la pandemia de COVID-19 ha tenido consecuencias devastadoras, causando más muertes infantiles que la propia enfermedad. El profesor Steve Turner, pediatra consultor y presidente del Real Colegio de Pediatría y Salud Infantil (RCPCH), testificó el 8 de octubre de 2025 ante la investigación sobre la COVID-19, destacando la falta de atención a los efectos indirectos de las medidas adoptadas.
Desde el inicio de la pandemia, los pediatras notaron que el virus no estaba afectando gravemente a los niños. Turner explicó que, a pesar de la preocupación inicial por los menores con sistemas inmunitarios comprometidos, la COVID-19 no causaba el daño esperado. “Pronto supimos que este virus, por alguna razón, no estaba causando daño a la gran mayoría de los niños”, afirmó.
Impacto en la salud infantil y denuncias sobre la gestión
Turner subrayó que el verdadero problema radicó en la despriorización de los servicios de atención sanitaria infantil, lo que resultó en retrasos en diagnósticos críticos. Una encuesta realizada por el RCPCH a más de 4 000 pediatras en el Reino Unido e Irlanda reveló que el 32% de los pediatras de urgencias había observado retrasos en consultas que resultaron en diagnósticos tardíos de enfermedades graves como diabetes, cáncer y sepsis.
En este contexto, se registraron 9 muertes de niños a causa de sepsis y nuevos diagnósticos de cáncer, superando el número de fallecimientos por COVID-19 en el mismo periodo en Inglaterra. Estas muertes fueron atribuidas a la tardanza en la atención médica, que se consideró un factor contribuyente significativo.
El profesor Turner criticó la falta de reflexión sobre el daño causado a los niños por las políticas implementadas, indicando que se debieron plantear preguntas clave como “¿Qué hemos aprendido para los niños?” y “¿Qué daño les estamos causando?” Sin embargo, expresó su preocupación por la escasa evidencia de que se estuvieran abordando estas cuestiones.
El efecto psicológico de la pandemia
A pesar de que los niños a menudo salían ilesos de la COVID-19, el impacto psicológico de las restricciones fue significativo. Turner señaló que se había observado un aumento en problemas de salud mental, como anorexia entre los jóvenes, lo que sugiere que las medidas adoptadas tuvieron consecuencias indirectas severas.
El RCPCH ha desempeñado un papel crucial en la defensa de los Servicios de Salud Mental para Niños y Adolescentes (CAMHS), que han enfrentado una demanda sin precedentes durante la pandemia. Muchos niños y adolescentes se han presentado en los departamentos de emergencia con crisis psicosociales complejas, lo que ha desbordado la capacidad del sistema sanitario.
El testimonio del profesor Turner no solo ha puesto de relieve la necesidad de reevaluar la respuesta a la pandemia, sino que también ha señalado una oportunidad crucial para reflexionar sobre cómo se puede mejorar la atención a la salud infantil en el futuro. En este sentido, su declaración escrita al RCPCH, fechada el 1 de julio de 2025, ofrece un análisis profundo de la situación.
Se espera que la investigación continúe, proporcionando más datos sobre el impacto de la COVID-19 en la salud de los niños y cómo se pueden implementar cambios para evitar que la historia se repita en futuras crisis sanitarias.
